Hace algunos días visité un sitio que hace algunos años nunca habría pensado en visitar: la Comuna 13 de Medellín, el escenario de la guerra del narcotráfico, la violencia guerrillera y paramilitar que lo convirtió en el barrio más peligroso del mundo.

Hoy no hay tal. Aún la pobreza y las necesidades rondan el sector, pero la muerte le dio paso a la vida; la desesperanza le dio paso al emprendimiento y una población antes escondida, presa en su propio sector, hoy demuestra con increíble fortaleza que cuando una comunidad se une y se decide salir adelante a los problemas, se puede.

Y no quiere decir que no haya inseguridad, o bandas de delincuentes o zozobra en la zona, pero la población de la comuna no lo quiere permitir más. Apoyados por los lideres adecuados, la seguridad se volvió prioridad. Los grupos delincuenciales respetan la zona y a sus pobladores. Las fronteras invisibles, donde cientos de inocentes murieron solo por estar en el lado equivocado de una calle, ya no existen, y la policía y los cuerpos de seguridad pertenecen a la comunidad, no están en contra de ella.

Esta transformación algunas veces no ha sido apoyada con la misma fortaleza por todas las administraciones locales, pero la comunidad está decidida a no permitir que lo que se ha logrado se debilite o retroceda. La comuna 13 y otras de la ciudad, una vez sumidas en el dolor y la muerte, hoy quieren demostrar que la vida y la esperanza dependen de ellos mismos.

Hoy esta zona es uno de los atractivos turísticos de mayor crecimiento en Medellín. ¡Quien lo hubiera pensado hace 10 o 15 años! Es ahí donde está la clave de todo esto. Lo pensaron los líderes comunitarios, apoyados por unos líderes políticos que vieron que la inversión en Medellín debía hacerse también en estas zonas. Apoyaron a la comunidad no con más violencia, sino con campanas de pacificación, empleo, arte y cultura educación y recreación, con infraestructura que se quisieran los sectores de clase alta de la ciudad. En fin, con acciones constructoras de la paz.

La comuna 13 y la experiencia de Medellín como ciudad son la muestra clara que elegir los lideres adecuados es el único camino para que Colombia deje atrás definitivamente la violencia, la corrupción y la incertidumbre. Medellín ha tenido más de 4 o 5 administraciones que, aunque con prioridades diferentes, han seguido una línea de recuperación social, urbana, educativa y de infraestructura. Eso ha hecho que la ciudad continúe su camino de manera constante y por el rumbo correcto. Las prioridades y los problemas son muchos, pero las líneas centrales para sacar a Medellín de su pasado violento y convertirla en un modelo de ciudad para Colombia y América Latina se han mantenido. Los colombianos tenemos que buscar gobernantes que construyan sobre el progreso logrado en la pacificación y construcción del país, y que permitan mantener lo logrado y corregir los problemas existentes. Como la comuna 13 de Medellín lo ha demostrado, con el compromiso de la comunidad y los lideres adecuados, ¡sí se puede!.