América Latina no se había enfrentado a una situación de desplazamiento masivo como la que ocurre en Venezuela. Millones de sus ciudadanos huyen de su país, azotados por un gobierno represivo y corrupto, una creciente violencia y, lo más triste, huyen del hambre y la miseria. En ningún lugar del mundo esto debería ocurrir, pero en nuestro continente no habíamos visto un éxodo de esta naturaleza y por esos motivos. Latinoamérica es un continente violento, corrupto, con problemas en nuestros sistemas políticos, con pobreza y desigualdades; pero el nivel de quebrantamiento de la economía, y el nivel de pobreza y miseria generada por un gobierno dictatorial, corrupto e incapaz de implementar políticas que logren la recuperación nacional es algo que, por lo menos a esta escala, no se había visto.
Lo preocupante es que el mundo ha visto situaciones de esta naturaleza en otras partes debido a conflictos internos, crisis humanitarias o situaciones de limpieza étnica. Lo hemos visto en Siria, Sudan, Myanmar, Iraq, por mencionar algunos ejemplos. En algunos de estos casos la comunidad internacional ha intervenido con presión política y económica, pero los flujos de refugiados y la inestabilidad regional han generado consecuencias imprevistas, y peligrosas. Los refugiados africanos y sirios han ocasionado en Europa giros políticos hacia la extrema derecha, como los que ocurrieron en Suecia, Italia o Austria, por mencionar algunos, que amenazan con revivir políticas nacionalistas y racistas, contrarias al espíritu humanista con el que la Unión Europea fue fundado, y generando temores alrededor del regreso de las épocas del nacionalismo europeo. De igual manera ha generado cambios geopolíticos dramáticos en las regiones afectadas por estos conflictos, con nuevas y viejas potencias estableciendo nuevas reglas de juego en estas zonas. Es por ello que lo que está ocurriendo en Venezuela puede tener consecuencias mucho más graves que las humanitarias, y la comunidad internacional no parece interesarse en lo que ocurre. Ya hay reacciones nacionalistas en varios países de la región frente al volumen de personas que diariamente tratan de ingresar en cada país, intentos de discriminar e incluso de bloquear cualquier ayuda. Hay estructuras y organizaciones regionales de integración que parecen desmoronarse o perder sentido frente a su incapacidad para enfrentar el problema venezolano, y nuevas alianzas regionales parecen forjarse basadas en políticas de aislamiento y división.
Hay que resaltar que también hay casos donde la humanidad de nuestra región y nuestra gente sale a relucir. Miles de colombianos, peruanos y ecuatorianos les han brindado la mano a sus hermanos venezolanos, conscientes de su dolor y dispuestos a aliviar en algo su sufrimiento. Latinoamérica tiene que unirse para exigir el fin del régimen venezolano, con o sin el apoyo de las grandes potencias mundiales. Este es un problema regional que necesita una solución regional. Su pueblo necesita que le devuelvan a su país, que poco a poco está siendo desmantelado. La denuncia que interpondrán Colombia, Chile y Argentina ante la corte Penal internacional es un paso importante, pero aislar el régimen y despojarlo de cualquier legitimidad, financiamiento y apoyo debe ser el siguiente paso. Si bien esto puede incrementar la crisis, el pueblo venezolano ya está viviendo de una manera tan precaria que debilitar la dictadura solo será positivo. Los pocos amigos que rodean a Venezuela están enfrentados a sus propias crisis de legitimidad, no tienen la capacidad económica o política para contrarrestar las acciones del resto de la región, y de hecho poco a poco parecen alejarse de Maduro y su dictadura.
Llego la hora de que los latinoamericanos nos encarguemos de solucionar una crisis que nos puede afectar, de manera profunda, a todos. Una crisis que ha llevado a un pueblo a dejar su tierra. Llegó la hora de darle a los venezolanos la posibilidad de regresar a su país, a reconstruirlo y convertirse otra vez con el tiempo, y corrigiendo todo aquello que dió origen a la revolución bolivariana, en una de las naciones más prosperas de la región.