¿Qué es lo que está ocurriendo en Colombia? Pareciera que estamos empecinados en destruir en vez de reparar y consolidar lo construido.Estamos centrados en elementos que no benefician al país ni ayudan a resolver los inmensos y más complicados problemas que tenemos que enfrentar… Aquí lo único que parece ser importante es deshacer lo firmado en el proceso de paz, despedazar la constitución y decidir si acabamos con la JEP y extraditamos, a como de lugar, a Santrich.
¿Es este el rumbo que queríamos los colombianos tomar cuando el actual gobierno llegó al poder? ¿Fue nuestro mandato a los que nos gobiernan hoy, el enfrascarnos en este proceso de degradación, incertidumbre, venganza política y estancamiento? Colombia parece no avanzar, parece haber perdido el rumbo.
La nación y nuestros lideres tienen que enfocarse en mirar hacia el futuro, en construir sobre lo avanzado y darle, de nuevo, un rumbo al país. Por qué no continuar hacia adelante y enfrentar con firmeza nuestro más grande flagelo: la corrupción que hoy consume nuestros recursos de manera infame. Es un hecho que lo que los corruptos se roban en el sistema de salud ha causado la muerte a más personas, y la sigue causando, que todos los muertos que ocasionó la guerra con las FARC y aunque hay que buscar justicia y reparación dentro de los mecanismos establecidos, debería ser nuestra prioridad evitar que más colombianos sufran en un sistema injusto, ineficiente y sin recursos, gracias a unos pocos que se encargan de desfalcarlo de manera regular. El fantasma de la guerra vuelve y se asoma. Las disidencias de las FARC, el ELN, los paramilitares y el narcotráfico representan nuevamente un riesgo desestabilizador para nuestra democracia. Las reformas a la justicia, a nuestro sistema de salud, la inversión en infraestructura y la renovación política deberían ser prioridades de nuestros líderes, no en lo que, de manera mezquina e irresponsable, generando divisiones y polarizaciones destructivas, se empeñan en vendernos como las verdaderas prioridades del país.
Los colombianos sabemos que esos no son nuestros problemas. Si bien es cierto que la justicia transicional necesita reglamentación y ajustes, no es la única prioridad. Si bien es cierto que aquellos que incumplan lo acordado deben cumplir la ley y responder por sus actos, no es la única prioridad. Lo que si es una prioridad es atacar las nuevas fuerzas que amenazan con la guerra, abrir nuevos caminos de negociación y aprender de lo que se ha hecho, atacar la corrupción en todas sus formas y generar confianza en las instituciones, la justicia y las fuerzas armadas, hoy debilitadas por la falta clara de liderazgo de toda nuestra clase política, para entender que los Colombianos en su gran mayoría queremos seguir para adelante, aceptando lo ya construido y haciendo ajustes que no pongan en peligro la esencia de ese paso a la reconciliación.
El mandato fue muy claro para el congreso, el presidente y su partido. Lo que los colombianos queremos es continuar el proceso de reconciliación, con firmeza, consolidando la seguridad y la paz. Ataquemos la corrupción y hagamos las grandes reformas que necesita el país. Nada de eso parece estar en las mentes de quienes hoy nos dirigen, así que nos va a tocar recordarles su mandato de la manera más contundente, con nuestros votos. Los colombianos debemos elegir en las elecciones regionales y en las presidenciales que se avecinan, lideres comprometidos con seguir adelante, consolidar lo construido y atender las verdaderas prioridades del país, no las que sus intereses particulares, rencillas o ideologías extremistas en ambos bandos nos quieren imponer.