Estas últimas semanas, y como pocas veces en la historia de este país, deportistas colombianos en el mundo han logrado cosas realmente grandes. El Tour de Francia para Egan Bernal y la gran actuación de los ciclistas colombianos en carreras del mundo, los títulos de Farah y Cabal en Wimbledon y el US Open y, por supuesto, lo conseguido por María Camila Osorio en el US Open Juvenil. También está para destacar la excelente participación de Colombia en los Juegos Panamericanos con estrellas como Mariana Pajón dominando su deporte una vez más, y medallas en justas en las que no ganábamos antes como surfing o clavados, incluyendo la de oro de nuestro equipo de fútbol femenino; además de triunfos en la liga diamante de atletismo para Caterine Ibargüen, o la victoria en el campeonato mundial de tiro al arco para Sara Lopez, así como lo conseguido en el campeonato mundial de patinaje, son solo algunos de los logros que los deportistas colombianos han alcanzado este año.

 
Dejando a un lado el poco apoyo estatal o privado a nuestros deportistas, la falta de escenarios y entrenadores de élite para su desarrollo, y la falta de promoción del deporte a nivel universitario y escolar, estos deportistas lograron llegar a lo más alto de sus disciplinas. Con ello nos muestran algo a todos los colombianos: que si queremos cambiar el futuro de nuestro país, debemos aprender de ellos la mentalidad de grandeza, trabajo, honestidad y dedicación para lograr nuestros objetivos máximos.

 
Y es que hay mucho que aprenderles. Los deportistas en general, pero especialmente aquellos que se dedican a lograr el éxito en su disciplina, están no solo acostumbrados sino dispuestos al sacrificio, a la lucha, a vencer cualquier obstáculo para lograr ser los mejores. Muchos se van del país para prepararse en lugares en donde las condiciones existen para desarrollar un alto nivel competitivo, pero luego regresan a seguir representando e inspirando a una nación que lucha por buscar cosas positivas. No se vencen frente a las adversidades y nos demuestran todos los días que el trabajo duro, honesto y constante, tarde o temprano, da sus frutos y recompensas. En su modo de vida no caben la corrupción o el engaño, tampoco las soluciones fáciles, efímeras e insuficientes a los problemas que enfrentan. Ellas y ellos luchan por ser los mejores a nivel personal y profesional; luchan por dejar en alto su nombre y el de su país. Nuestros deportistas buscan la grandeza para mostrarle al mundo que los colombianos podemos ser líderes en cosas positivas y ser reconocidos por ello.

 
Colombia superaría muchos problemas que existen debido a nuestra manera de enfrentar el día a día, de elegir a quienes nos gobiernan sin exigir resultados, si tuviera más ética de trabajo; si aquí dejáramos de polarizar nuestro accionar y nuestras familias, comunidades y regiones con ideologías políticas obsoletas e irrelevantes. Al igual que nuestras estrellas deportivas, debemos trabajar para que nuestros líderes sean personas que admiremos, personas hechas con trabajo, honestidad y dedicación. Gente que une al país en torno a sueños e ideales comunes; no a personas que dividen, polarizan y solo buscan el poder para beneficio personal. Debemos luchar contra aquellos en la ilegalidad que no nos quieren dejar avanzar, y tenemos que hacerlo de la mano de la justicia y la autoridad, pero también con la convicción de que en Colombia no hay cabida para la deshonestidad, la vida fácil y la mediocridad.

 
Cada uno de nosotros debe dedicar su vida a ser el mejor en lo que hace, con dedicación, honestidad y respeto, y, sobre todo, haciéndolo con esa mentalidad de los Cabal, Bernal, Farah, Pajón, Lopez, Ibarguen, Quintana, Urán, Rodriguez, Osorio y muchos más colombianos grandes. Se trata de ser grandes no solo para nosotros mismos, sino también para nuestras familias, para nuestras comunidades y para nuestro país.