“Qué curioso es que puedas saber lo feliz que ha sido alguien en un lugar, por cada lágrima que llora al abandonarlo”

El cine es un arte que ofrece posibilidades infinitas, no sólo como una experiencia visual sino que nos permite crear un sinfín de sentimientos alrededor de las películas que hemos visto a lo largo de nuestras vidas. Muchos tienen la enorme ventaja de capturar de manera casi fotográfica todo aquello que ven; para otros es mucho más complicado y pueden repetir sin ninguna dificultad una película que ya habían visto antes sin que les genere ningún conflicto en la observación de la misma.

Más que la memoria, lo que marca esos filmes inolvidables en nuestra vida es lo que nos hicieron sentir, lo que nos movieron dentro de nuestro corazón o las ideas que se alojaron en nuestro cerebro una vez vimos las historias, las imágenes o los personajes de tal o cual película. Sin lugar a dudas el cine genera una cultura en el espectador única, es una práctica que se nota tanto como la lectura y hace que las personas se tornen mucho más interesantes a la hora de conversar. El cine se logra apreciar sólo cuando se ve, cuando existe un interés genuino por parte del amante del séptimo arte independientemente sea el género de su preferencia. Por eso es que no conocemos mucha gente que no les gusten las películas, obviamente los hay y de seguro no estarán leyendo una columna de este tipo.

Sin embargo a veces nos limitamos mucho por lo que nos presenta la cartelera comercial, obviamente son negocios y ellos ofrecen lo que más se vende, pero con el tiempo se han percatado que los fanáticos reales del cine siguen adorando los clásicos o las películas independientes, o productos diferentes al mercado americano. Incluso en las salas de Cinemark por ejemplo programan clásicos para atraer ese público de gusto más culto.

Ya había hablado antes de Cinespiral, una alternativa maravillosa para ver buen cine en Manizales y que poco a poco va generando un mayor interés entre los más jóvenes e inquietos a la hora de acercarse a la cinematografía como arte y que nos permitirá este mes revisar algunos títulos infaltables en ese mundo de la cultura del que hablé antes, como la fantástica película Good Bye, Lenin! ( Alemania, 2003) dirigida por Wolfgang Becke, quien con una gran sutileza recrea en la historia un momento tan imprescindible no sólo en la historia de Europa sino de la humanidad a finales del siglo pasado. La caída del muro de Berlín, la reunificación de las Alemanias bajo el régimen capitalista y el dejar atrás esos amores a el (hasta ese momento) imperante comunismo, han sido retratados con un toque de amor total del protagonista hacia su radical madre, creando unas situaciones tan jocosas que entrarían en lo absurdo si no fuera porque efectivamente reflejaban la realidad de lo que estaba pasando a finales de los ochenta con ese giro de tuerca que dio la política al rumbo del mundo. Esa es la función real del cine, rescatar la memoria, traer la historia, marcarnos con historias de amores y de épocas y si nuestra generación actual va a ser recordada por las sombras de Christian Grey, pues vale la pena ir desvergonzándose de ello viendo verdadero cine, del que es arte, concepto que a veces se olvida en el cine de hoy.

PD: Los invitamos a hablar de cine con Cinespiral los miércoles a las 5:00 pm en Area 53 de Telecafé.
Twitter: @leonardopineda