No puedes escaparte de ti misma.
No puedes decidir no verte más. No puedes decidir apagar el ruido de tu cabeza.

Existe un fenómeno en el mundo estudiantil mucho más profundo de lo que parece, ahora tiene un nombre americanizado y se llama bullying pero siempre ha estado ahí presente. El acoso escolar ha tenido una presencia importante en la historia de la educación, en cada salón de cada escuela o colegio del mundo, a lo largo de todos los años, ha habido un miembro de la clase que por alguna extraña razón (más tiene que ver con una deficiencia) se ha dedicado a mofarse de los demás con total descaro, sobreponiéndose a sus propios defectos y falencias. El acosador o matón escolar, digno de ser objeto de profundos estudios psicológicos, se encarga de hacer la vida imposible a sus objetivos o víctimas a través de un constante y fastidioso proceder en el que está remarcando los defectos y debilidades ajenos. Todos lo hemos llegado a experimentar, del uno o del otro lado, sabemos de qué se trata el tema y pues de pronto cuando nos tocó a nosotros no le dimos la inusitada importancia que se le da hoy en día. Lo que pasa es que en la actualidad y desde la barrera, se le reconoce la marcada influencia que este tipo de acciones puede tener sobre la vida de los protagonistas y ha dejado de ser sólo “algo que pasa” a convertirse en un factor muy importante de la formación de la personalidad y el carácter.

Ese mismo interés que se le da a este tipo de acciones, lo que hace es notar que cosas que parecerían muy sencillas terminen por ser verdaderos problemas que llevan a hechos tan desesperados en el caso de las victimas como el caer en las drogas, posibles depresiones e inclusive los intentos de suicidio. Por trece razones se basa en una novela escrita en el 2007 por Jay Asher, un escritor especializado en literatura juvenil y que nos muestra la historia de Hannah, una joven adolescente que se ha suicidado y que ha dejado siete cintas de audio en las que cuenta por qué lo ha hecho, a la vez que culpa a trece personas y acciones diferentes de la decisión que ha tomado. Netflix compró los derechos de la novela de Asher y realizó la serie de trece episodios que ya se encuentra en la plataforma, reafirmando la tendencia actual de las cadenas de montar en digital toda la temporada de sus series. Vale la pena dejar de ver esta apuesta televisiva como una opción para el público juvenil y antes bien, acompañar juiciosamente su mirada para darse cuenta que no es una apología al suicidio como se ha hecho ver sino que al contrario, sirve de análisis profundo acerca de las cosas verdaderamente importantes en la vida estudiantil y en las que el acoso o bullying debería desaparecer de una vez por todas.

@leonardopineda