Hace poco un conocido me pidió consejo. Estaba indeciso sobre cuál camino elegir para volverse periodista deportivo: no sabía si matricularse en la carrera de Periodismo o hacer una licenciatura en Educación Física para luego complementarla con algún curso de redacción, radio o televisión que le sirviera para trabajar en un medio de comunicación.

No tuve la respuesta que él pedía. Pero eso sí, le advertí que en Colombia los periodistas que cubren deportes son percibidos más del lado del espectáculo y el entretenimiento que del de la información. Y que son varios los motivos para que sean vistos así: primero, porque el deporte en sí mismo es un espectáculo y suelen confundirse los papeles; segundo, porque la manera de informar sobre este asunto ha evolucionado de tal forma que los reporteros o comentaristas se venden como si fueran el tiempo extra del show; y tercero, porque cada vez hay menos periodistas haciendo de periodistas. Podría ser uno o los tres juntos.

Recordé también una frase que un jefe me dijo hace varios años: “No existen los periodistas deportivos. Existen los periodistas, a secas”. Tal vez antes de querer cubrir un Mundial de Fútbol o unos Juegos Olímpicos es necesario que los aspirantes se pregunten qué tanto les gusta o les interesa el periodismo a secas, sin ponerle apellido. Para escribir una nota sobre deportes –decía mi jefe- se requieren las mismas habilidades que para redactar una sobre economía, agricultura, minería, política y un gran etcétera. La reportería es la misma, las técnicas de entrevista no cambian, el rigor no se negocia. Lo que cambia es el personaje o el escenario.

Hoy es un tema común en las charlas de pasillo entre periodistas que cubren fútbol las quejas sobre la cantidad de exfutbolistas que han ingresado a los medios. “Ese tal o cual nos está quitando el trabajo” o “no me contestaba el teléfono para una nota y ahora viene a dárselas de periodista” son algunas de las arengas. Pero de verdad, creo que los colegas que cubren deportes deberían estar más tranquilos. Por lo menos los buenos. Lo que aportan personajes como Faryd Mondragón, Gerardo Bedoya o Julián Téllez a los medios no se puede valorar más allá de las anécdotas que cuentan de cuando estaban activos. Aunque no debería, aclaro que no tengo nada en contra de ninguno (¡pese a que Mondragón a mí también me tiró el teléfono!).

Sospecho que camuflar exjugadores como periodistas es una costumbre importada de países como Argentina. Pero el error no es llevarlos a trabajar en las cabinas de radio o los canales de televisión (son contados los que se atreven a escribir) sino entregarles el testigo de periodistas y pensar en hacer de la profesión un espectáculo más grande que el propio deporte.

Ojalá que los que aspiren a estudiar periodismo para cubrir deportes, o política o economía o agricultura o minería o política –repito el etcétera-, lo hagan motivados por la labor periodística. Así, en caso de ser necesario se podrán quitar el papelito de la frente que los cataloga como periodistas deportivos y podrán ser simplemente periodistas. Algo que no es poco.

@ivagut