Se lo dije a un amigo hace unas semanas: usted se pone a buscar sexo y lo único que conseguirá es sexo. Mejor busque a una mujer con la que un café sea una cita, una mirada se convierta en una conversación y el anochecer sea el comienzo y no el final del día. Ahí encontrará algo más que un rato de pasión.
Le recomendé el café porque es una de mis bebidas preferidas, pero también funciona con cerveza, vino, masato o chocolate. El sabor es lo de menos.
Ahora el problema con mi amigo en cuestión es que se tomó muy a pecho mis palabras, y le huye a tener intimidad con su novia. Piensa que en la cama dañará lo que ha logrado fuera de ella. Como antes lo único que le importaba de una mujer era el aquello entonces no sabía qué era ir a cine, a comer (cenar), caminar, hablar o hasta cocinar en compañía. Hoy comenta que la pasa tan bien que no le interesa nada más.
Parece que a su edad -nuestra edad- se dio cuenta de que lo bueno de despertarse con una mujer al lado no es lo que pasa la noche anterior sino lo que llega después. Espero que supere su crisis y encuentre el balance entre ambas facetas de la relación porque, de lo contrario, la que lo dejará por falta de sexo será ella.
Para ayudarlo, la próxima vez que lo vea le voy a poner un poco de corrector a mi primer consejo. Le diré que no sea tan exagerado, y que el café produce insomnio y mancha los dientes, que una conversación con una mujer es escucharla hablar mal de otras durante dos horas, y que el anochecer se hizo para salir corriendo de la oficina, para nada más.
PD: El jueves pasado salí a eso de las 11:30 p.m. de la oficina y tomé un taxi: era una mujer la que conducía. Luego de una corta charla me contó sobre su hijo: un joven de 23 años. Lo curioso es que me dijo que confiaba mucho en él porque le contaba todo, como hace una semana, cuando él había llegado de mal genio a la casa.
– Mijo, ¿no se iba a quedar con su novia?
– No, mamá. Salimos de pelea
– ¿Qué pasó, mijo?
– Es que ella está recién operada y la fui a visitar y quería que tuviéramos sexo. Sólo piensa en eso. Qué mamera, mamá…