Hace poco más de mes y medio escuché el rumor sobre una noche poco tranquila durante el festejo de la Superliga que Santa Fe le ganó a Medellín, a comienzo de año. En ese momento no pasó de ser eso: un rumor con trabajadoras sexuales a bordo en una celebración deportiva. No sería la primera vez. Tampoco la última.
Luego, una fuente próxima al club soltó un relato muy detallado sobre aquella noche. Habló de las mujeres, de una demanda por falta de pago, de una conciliación y de un arreglo económico con el club para que no se filtraran los hechos. Inclusive facilitó el nombre del abogado que habría representado a las acompañantes. Lo llamé al celular el 28 de junio pasado.
– Abogado, buenas tardes.
– Hola, buenas tardes.
– Lo llamo por el caso aquel de las chicas alegres que tuvieron un problema con Santa Fe y a las que usted representó.
– ¿Qué necesita?
– Me gustaría hacerle unas preguntas sobre el caso.
– Ahora estoy fuera del país, pero regreso el miércoles. Llámeme y lo atiendo.
– Pero me gustaría que fuera personalmente, doctor. No le quito mucho tiempo.
– Llámeme el miércoles en la tarde y concretamos una cita.
– Le marco ese día. Muchas gracias.
– Ok, hasta luego.
Le marque el día pactado. No contestó. También le envié mensajes, pero los leyó sin dar respuesta. Me aplicó los ‘códigos del fútbol’ o la ley del silencio, que viene a ser lo mismo.
A los pocos días, la noticia se conoció. Y con el tiempo los hechos fueron mutando de una forma tan conveniente para Santa Fe como inverosímil.
La celebración de la Superliga fue una fiesta organizada por el mismo club que no deja entrar a los medios de comunicación a dos entrenamientos durante la misma semana, pero al que sí se le coló un grupo de trabajadoras sexuales en un hotel sin que sus dirigentes se enteraran…
Carlos Mario Arboleda, jugador del club y la cara visible del escándalo, tuvo episodios de amnesia por conveniencia. Primero dijo no haber estado en ninguna “fiesta con prostitutas” y aseguró haber estado “todo el tiempo” con su familia. Vino a recobrar la memoria ante la Fiscalía: admitió que estuvo con Jessica (una de las chicas), pero que lo hizo por «amor» y no por «negocio». Dicho amor de aquella noche le costó 600 mil pesos. Él dice que fue un regalo…
Dentro del grupo de jugadores, el tema está clasificado como un ‘código del fútbol’, ese concepto añejo y mal entendido que se usa como excusa para dejar entre las sombras atropellos y delitos en nombre del balón. No será lo último que se sepa sobre celebraciones, prostitutas o escándalos de ese calibre en los equipos. El dinero que paga el silencio casi siempre se agota…
En Twitter: @ivagut