¡Cómo nos sorprende con cosas extraordinarias nuestra casta
política colombiana! El caso reciente lo ocupa el excelentísimo concejal de Chía,
Carlos Enrique Martínez.

Es el vivo ejemplo de lo que es ser una persona atarbán,
mediocre, irresponsable y lacra, entre otras características, que, para terror
del país, suelen ocupar puestos en la política.

Si fuera cierto aquel mito que cuando hablan mal de una
persona se le enrojecen las orejas, a este personaje se le hubieran derretido
el fin de semana pasado, cuando en un comportamiento criminal digno del peor de
los hampones protagonizó, una vez más, otro escándalo en Bogotá. Cero y van
cinco. ¿Cuántos faltarán?

Trataré de disimular la ira que nos produce a muchos
colombianos las actuaciones del concejal. No tanto por lo que hace, porque su
cerebro no le da para más, sino por la lenta o nula reacción de las
autoridades, poniendo en riesgo la vida de otras personas. Por donde se le vea
es un peligro para la sociedad. Y sí, mientras usted está leyendo esto él sigue
feliz y orondo siendo concejal de Chía.

Supongamos por un instante que esa situación se hubiera dado
en un país como Estados Unidos. ¿Estaría vivo para contarlo? ¿Estaría libre?
¿De cuánto habría sido la fianza? Este criminal puso en peligro la vida de
quienes se cruzaron en su camino durante su fuga delincuencial.
Pero como este
es el país de la justicia mediocre y acomodada dirán: «No fue grave porque
afortunadamente no atropelló a nadie»
, así hubiera conducido en contravía, invadido
un carril exclusivo, volado semáforos en rojo y pares, y lo peor de todo, haber
irrumpido ilegalmente en una guarnición militar. Y pareciera que con el apoyo
de la policía porque se vio más como si estuvieran escoltando para que hiciera sus
piruetas en la vía, en vez de un operativo policial profesional para detenerlo. Donde
tuviera llantas es capaz de llegar a Venezuela a pedir asilo. ¡Y se lo dan!

¿Quiénes son los que salen en los videos de persecuciones automovilísticas?
¿Senadores? ¿Concejales? No. Criminales como traficantes de drogas, ladrones de
autos, ladrones de bancos y otro tipo de delincuentes. Ahora súmenle concejales.

Es el retrato perfecto de la clase mezquina de personajes que
llegan al poder pensando que este es un blindaje contra sus actos ilegales o
delitos. Además, nos da una gran idea de cómo es su comportamiento en sociedad
y frente a la ley. Y de lo que le espera a Chía o al país donde siga su carrera
política en medio de la más completa impunidad.

Pongámonos en sus zapatos y tratemos de entender a este
hombrecillo que se declara perseguido por sus contradictores políticos. En su
juicio moral no se da cuenta que quien lo contradice es todo un país, y aun así
sigue empecinado en decir que quien debe cambiar es el país, no él.   Sólo
hay que escuchar la declaración de su señora madre para cuestionarse si es que
‘le faltó rejo o chancleta’ de pequeño. Ante semejante conducta criminal, ella declaró:
«Él es uno de esos muchos héroes que tenemos en este país… es una persona
maravillosa…»
. Si así son nuestros héroes, ¿cómo serán los villanos? ¿Una
persona maravillosa hace disparos al aire, agrede policías, conduce borracho y
se fuga ante un retén policial? Madre no hay sino una, pero si quiere para sus
hijos una vida difícil, hágasela usted fácil.

Analizando la declaración de su señora madre, me doy una posible
idea de cómo fue criado este señor. Parece ser que de pequeño nunca supo que
era recibir un no ante sus caprichos. Nunca fue reprendido por su mal
comportamiento y por eso creció pensando que no hay reglas en la sociedad. Siempre
fue respaldado ante las faltas que cometía en el colegio, en el barrio o con
sus amigos. La culpa nunca era de él. Pobre.
Es un incomprendido en este país
tan injusto. Nació para que el mundo esté a sus pies.  Sólo hay que escucharlo cómo se defiende: Va a
denunciar a medio país. Es una víctima que  sufre el complejo del pez y el agua. ¿Ustedes
creen que el pez ve el agua? No, el agua la ven los que estamos afuera. Pero él
no. Él ve todas sus actuaciones muy normales.

Y si nada pasa, como teme esta sociedad anestesiada ante
tanta impunidad, seguramente el concejal incomprendido seguirá creciendo en la
política. Podrá ser hasta Gobernador de La Guajira, Magistrado o Ministro.
Situaciones que sólo se ven en este país feliz.

Una gran mayoría de ciudadanos repudia este tipo de
personas. Es un salvaje que nunca aprendió qué es vivir en sociedad. No tiene
valores como el respeto, la solidaridad, el cumplimiento de la ley, y sobre
todo, el respeto a la vida y a la integridad de los demás.

Cree que porque obtuvo 276 votos y, según él, mucha gente lo
apoya, puede hacer lo que se le da la gana. Mucha gente también apoyaba a Kiko
Gómez, el temido y tenebroso gobernador de la Guajira.

¿Por qué tan mala calaña de personaje sigue aún sentado en
el Concejo de Chía legislando? ¿No le bastó a las autoridades con los
escándalos que protagonizó antes, incluidos posibles delitos como disparos al
aire, irrespeto a la autoridad, conducción bajo efectos del alcohol, presunto
porte ilegal de proveedores de armas? ¿Están esperando que mate a alguien para
reaccionar?

Señor Martínez, usted es un cobarde, un tramposo y una
persona indigna de representar a una ciudad en un cargo público. ¡Qué vergüenza
de ciudadano!

Si van a salir este fin de semana en la noche, tengan cuidado.
Hay un concejal de Chía suelto.

¡Qué lejos estamos!

Actualización: La Procuraduría acaba de confirmar en segunda instancia su destitución. ¡Chao concejal!

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LuisÉ Quintero
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