Y hubo una época en que Cartagena de Indias fue una ciudad próspera que miraba por encima del hombro a las otras ciudades de la Nueva Granada pero esa altivez y esa costumbre de “bembear” a sus vecinos se pagaría cara, la plaza fortificada más poderosa del Caribe español , la de los más de 18.000 habitantes, la comercial, el sitio donde se vendían como animales a los esclavos traídos a la fuerza desde África se vería pronto en calzas prietas ante el asedio de la armada y los ejércitos españoles comandados por un tal Pablo Morillo, las cuales arribaron desde la potencia Ibérica buscando reducir a aquellos que osaron declararse independientes.

Fue así como las tropas de Pablera divisaron las costas de Cartagena un 18 de agosto de 1815 pero antes en una jugada maestra había desplegado gente por varios sitios estratégicos del territorio circundante con el propósito de incomunicar a la ciudad por tierra del resto del país impidiendo el abastecimiento de alimentos y de cualquier tipo de mercancías hacía el interior del corralito de piedra.

Las murallas que antes la protegían ahora eran un obstáculo y una barrera para poder salir a buscar el “vitute”, como quien dice Pablera cogió a las autoridades civiles y militares de “Cartacho” como a Lucho, que según cuenta el juglar criollo Mister Black, parece que lo “cogieron asando Mazorca” y ya cortados todos los caminos, el viejo Pablo entró por agua el 22 de agosto y el 26 empezó a zumbarle balín venteado a la ciudad desde los cuatro costados por lo que los Patriotas cartageneros quedaron encerrados dentro del recinto amurallado de la ciudad con la poca comelona que se había logrado acopiar mientras Pablera desde la loma de Turbaco, “bello ese pueblo encallado en una colina”, catalejo al ojo miraba los toros desde la barrera, se cuenta que de allí viene las afición de los turbaqueros por las corralejas y por la tiradera de piedra .

Mientras los cartageneros estaban en forzado encierro se sufría por la carencia de alimentos tanto para las tropas como para la población civil y cuentan las crónicas de la época que les tocó comer burros (aunque se dice que desde antes del asedio ya se comían una que otra burrita, como para practicar), perros pero no calientes, gatos (de allí el remoquete de Come gato), ratas y hasta a los pobres goleros que se acercaban a comer carroña les terminaban dando muela pero la situación y la escases era tan brava que la gente empezó a morirse de física hambre y no había donde enterrarla ya que las funerarias Lorduy y Tache y Salcedo de la época no daban abasto con los cajones por lo que los parroquianos empezaron a morirse “donde los cogiera” la parca y eso se convirtió en una inmundicia porque los cuerpos descompuestos, la sangre y la sanguaza volvió la ciudad “damier” y la insalubridad no se hizo esperar tocando amontonar los cuerpos o enterrarlos por donde sea, con decir que se cuenta que casi un tercio de la población quedó diezmada y en casi todas las calles del centro deben haber enterrados cientos de cadáveres, debe ser por eso que esta ciudad está jodida y salada porque prácticamente todo el centro de Cartagena es una inmensa fosa común.

105 días de asedio y por fin la resistencia flaqueó definitivamente y el 6 de diciembre de 1815 Morillo ocupó Cartagena y al ingresar a la ciudad el paisaje que se apreciaba era dantesco, hombres, mujeres y niños llevados completamente, las costillas se contaban por doquier en los delgados cuerpos de los habitantes que aún vivían, al Pablera le dio vaina pero que carajos, son cosas del oficio el hombre tuvo que entrar a tomar posesión de lo que quedaba en pie, luego de eso empezó a darle chumbimba a los líderes de las resistencia y más de una “tarra” o cabeza rodó por los suelos, fusilando a granel a los llamados Mártires, pero esa será otra historieta .

Cartagena está salada, los fantasmas de los miles de muertos aún no descansan y en la noche salen por las calles buscando como vengarse, a la ciudad la llaman la “Heroica” porque resistió un sitio infernal, ojala que esos fantasmas entren a la casa de la Aduana o al Cabildo Municipal y agarren por las “patas” a aquellos que ahora tienen sitiado el erario, gran favor le harían a esa otra parte de la ciudad que hoy apodan la “fantástica” pero que de fantástica pocón, pocón y que bastante injusta y desigual si es .

Bueno por hoy me despido pero regresaré nuevamente a contarle “a mi manera” otra de las muchas historias que tiene este “noble rincón de mis abuelos”.