Hace un tiempo atrás, uno de mis clientes me llamó bastante inquieto. Las finanzas no andaban bien y la empresa de la que él y su familia eran dueños estaba sufriendo de un serio problema de liquidez que amenazaba con dejar proveedores y bancos impagos.
Como regularmente hacemos, le solicitamos estados financieros y pudimos observar una abultada línea de gastos fijos. Ante nuestra pregunta sobre este tema, nos replica que se trata de los pagos que la empresa les hace a los socios como remuneración y arriendo de la planta. Estos gastos presentaban prácticamente la totalidad de la utilidad operativa de la compañía, por lo que decididamente le recomendamos revisar esta línea de gastos y reducirla sustancialmente tal de alivianar la caja de la empresa.
Ante nuestra recomendación, nuestro cliente nos responde que para ellos no era posible reducir las remuneraciones y pagos a socios dado que “hay mucha gente que depende de esta compañía. No sólo somos nosotros, sino que también hermanos, hijos y algunos nietos”.
La respuesta me dejó algo sorprendido. Para mi cliente era más prioritario cumplir con su deber como sostenedor de la familia que salvar a la empresa de la bancarrota. Sin duda alguna la familia está por encima de cualquier otro interés económico, sin embargo esto tiene validez mientras no se lesione seriamente la viabilidad de la empresa o, dicho de otra forma, mientras no matemos a la gallina de los huevos de oro.
La empresa es un ente independiente a los intereses familiares
Quizás una de las más importantes reglas de cualquier negocio es asegurar su supervivencia. Las presiones del mercado, las fluctuaciones de demanda, las variaciones de precios y costos nos obligan simplemente a tomar todas las medidas que aseguren que los productos o servicios ofrecidos sigan siendo competitivos y que la empresa siga manteniendo valor durante los años.
Imagínese que su empresa está compitiendo en un mercado dominado por una multinacional tremendamente eficiente, con bajísimo endeudamiento y sin las presiones de costos que puede significar tener toda una familia que dependa de este negocio. Costos menores permiten comercializar a precios más bajos que usted no puede ofrecer. Esta situación amenaza la viabilidad de su negocio en el tiempo, le quita competitividad y lo hace vulnerable ante cualquier adversidad.
Dividendos: la principal fuente de ingresos de los socios
Los socios o accionistas se remuneran del capital invertido, por tanto se remuneran de las utilidades después de impuestos de la compañía. Si el negocio anduvo bien durante el año, entonces pueden recibir dividendos (que es la forma de remuneración del capital). Si el negocio anduvo mal o no se generaron utilidades, entonces no hay dinero para el pago de dividendos. Los socios normalmente se pagan al final de la fila con los excedentes que eventualmente se generaron después de todos los pagos fijos de la empresa.
Si el mismo socio tiene un cargo en la administración de la compañía entonces debiese ser remunerado de acuerdo a sueldos de mercado, es decir de igual forma como se paga a un gerente general en la industria en el que participa la empresa, independientemente de los derechos a recibir dividendos que le correspondan como socio.
Ahorrar en buenos tiempos, apretarse el cinturón para los difíciles
Ser accionista implica ser remunerado con los excedentes del negocio. Esto a diferencia de un banco que requiere un pago frecuente y previamente pactado de los intereses más el principal del préstamo, los accionistas se pagan con el dinero que exceda las necesidades del negocio al final del año. Esto significa que habrá años buenos, años regulares y años malos.
Ahorre en los años buenos y gástelos ahorros en los años malos. No condene a su negocio al fracaso al exigirle lo que no es capaz de dar.
En resumen, ser socio o accionista significa entender las reglas del capital: este se remunera en base a excedentes de caja. Exigir remuneraciones fijas de socios, elevados pagos como miembro de junta y cobrar arriendos por sobre los cánones de mercado sólo debilitarán su negocio frente a la competencia que no lo hace, le restará valor en el tiempo y pondrá su existencia en peligro.