Al final del día, la calidad de las decisiones que se toman hace una gran diferencia en la empresa. Buenas decisiones, tomadas a tiempo y ejecutadas con perfección, hacen a las empresas grandes y rentables.
Las empresas pequeñas, manejadas por su socio, por lo general pecan por tomar malas decisiones por inexperiencia o, simplemente, por la incapacidad de poder contratar a los mejores profesionales para administrar la compañía. De igual modo, sus juntas de accionistas suelen estar pobladas de familiares y amigos, quienes no necesariamente están en capacidad de entregarle valor al principal órgano de gobierno de la empresa.
Por otra parte, las multinacionales plagadas de muy buenos profesionales y de excelentes órganos de gobierno, pueden cometer unos de los peores pecados capitales de este tipo de empresas: la política.
Si bien la política está inserta en cualquier grupo humano y, por tanto, es técnicamente imposible eliminarla, puede causar grandes estragos en la toma de decisiones si es que no se controla adecuadamente. Es que una mala idea formulada por uno de los «de arriba» va a ganar si no hay alguien que se atreva o quiera rebatirla, una mala decisión no va a poder ser revertida simplemente porque “viene del jefe” y aquel personaje que no está cumpliendo con las expectativas de la empresa, lo declaran intocable porque simplemente lo recomendó uno de los que manda.
Cuando la política pasa a ser más relevante que el bienestar económico de la empresa, comienzan los grandes problemas. Los intereses personales no pueden ganar a los intereses corporativos.
Ejemplos son muchos, pero recuerdo uno a la perfección. Una gran multinacional decidió comprar una nueva operación en Latinoamérica. Mucha gente cuestionó el hecho de que esta operación, sencillamente, no era una buena compra dado que apuntaba a un mercado objetivo muy distinto al de la empresa en la región y se especulaba que los estados financieros no estaban reconociendo adecuadamente el valor de sus activos. Pero la operación se adquirió pese a todas las advertencias. Claro, esta adquisición le permitía al CEO de la empresa cumplir ampliamente los objetivos que habían sido definidos para aquel año… Una vez más habían ganado los intereses personales del gran jefe en desmedro de los intereses corporativos.
¿Como evitar que la política triunfe en su empresa?
Si bien no hay una receta infalible para ello, a continuación encontrarán algunas recomendaciones simples:
- Escoja un buen gerente general. Al final del día, la política en la empresa la permite la cabeza de la compañía. El gerente general debe ser un hombre transparente, de ego controlado, racional en su toma de decisiones y líder de un equipo de trabajo mucho más grande que él mismo. Escoja a alguien que no quiera tener la razón, sino que quiera tomar la mejor decisión.
- Promueva a los mejores. No de espacio a amiguismos, ni a hacer favores a terceros nombrando a alguien que no sea el mejor para la posición. Si no puede pagar al mejor, escoja al mejor para el puesto dentro de sus posibilidades.
- Promueva discusiones abiertas y bi-direccionales. Un dialogo en torno a ideas y proyectos va a permitir otros puntos de vista que van a enriquecer la toma de decisiones. Evite esquemas dictatoriales o egocéntricos.
- Incorpore KPIs (Key Performance Indicators) o métricas individuales de desempeño alineadas con los objetivos corporativos. La idea es que toda la organización esté adecuadamente alineada con los objetivos corporativos. Asegúrese que la remuneración de los empleados de su empresa está adecuadamente alineada con métricas objetivas de desempeño. La inexistencia de KPIs o la ambigüedad en su definición es terreno fértil para quienes creen ganar en la política empresarial.