Mi querido suegro solía contar una tragicómica historia de guerra. En una de las muchas batallas que tuvieron los ingleses contra los franceses, sucedió que, en una emboscada perpetrada por los franceses al batallón inglés, murió prácticamente la totalidad de los soldados. Aquellos que tuvieron algo más de suerte lograron huir junto a su comandante por las verdes colinas que rodeaban el escenario de guerra.

Caminaron por días hasta encontrar otro batallón inglés. El comandante ya reunido con el alto mando, describió los detalles de la masacre perpetrada por el ejército francés. Todo salió mal aquel día fatídico. Al final de la reunión, uno de los generales le preguntó en tono sarcástico “comandante, ¿pudo haber sido peor?”, a lo cual el comandante le replica con un perfecto acento inglés “sí mi general, pudo haber sido peor, pudo haber estado lloviendo”.

Es que realmente siempre la situación puede ser peor a la actual. La vida puede ser vista como una serie de eventos mayoritariamente fuera de nuestro control. Basta que el destino se encargue de alinear una serie de eventos para precipitar un desastre natural, un desastre económico o una masacre. Por mayor esfuerzo que pongamos en la prevención de estos eventos, puede ser muy difícil sobrevivir a ellos.

En la última semana hemos visto cómo han reaccionado los mercados a las noticias de la expansión del coronavirus en países de Europa, Asia y Medio Oriente. Los índices de precios de acciones americanas retrocedieron 11 % en esta semana, las monedas de diferentes economías se han depreciado fuertemente al igual que los precios de ‘commodities’ mientras que las tasas de bonos se han deteriorado de forma importante.

Los mercados financieros reaccionan de esta forma cuando pronostican caídas relevantes en las rentabilidades de empresas. El comportamiento en precios de los activos financieros son simplemente un reflejo de las expectativas de los inversionistas respecto de un sumamente incierto futuro.

Y es que, a los efectos de la guerra comercial, violentas manifestaciones de descontento social, altos niveles de deuda corporativa, altísimos múltiplos en la valorización de acciones americanas, ahora se le suma todos los efectos en productividad que trae consigo una epidemia altamente mortal como la del coronavirus.

En Concordia Investments pensamos que el mercado está pronosticando una desaceleración muy importante en actividad mundial para los próximos meses. La extensión de esta desaceleración dependerá, entre otras variables, de los tiempos que se tomen para encontrar una vacuna contra el coronavirus, la efectividad de las medidas de contención que se anuncien por parte de los diversos países afectados y del impacto que esta desaceleración tenga en el aparato productivo de las distintas economías.

Por otra parte, nos preocupan los efectos inflacionarios que se puedan generar por la posible escasez de productos básicos en los países afectados, los cuales no serán fáciles de controlar por la vía de las tradicionales herramientas de política monetaria. Un fenómeno de estanflación sería particularmente difícil de manejar con los niveles actuales de deuda corporativa.

A la economía mundial, le llueve sobre mojado. Espero que no sea por mucho tiempo.