Una sociedad puede ser entendida como un conjunto de relaciones económicas entre sus miembros. El panadero, el médico y el ingeniero son parte de un extremadamente complejo sistema de relaciones sociales que definen finalmente una sociedad. Las empresas son parte tremendamente importante del entramado socio-económico toda vez que en su interior coexisten un número importante de personas y otras empresas que se relacionan entre sí y con terceros.
En este tejido económico social, el dinero pasa a ser el equivalente a la sangre que irriga los distintos miembros de este cuerpo económico, mientras que la vida de cada uno de estos miembros depende fundamentalmente de la relación entre la sangre que recibe (ingresos) y su gasto energético (desembolsos o gastos). Cuando el equilibrio entre los ingresos y egresos se rompe, entonces el tejido económico se debilita hasta que eventualmente se muere. La muerte en este caso está referida a la quiebra, liquidaciones o terminaciones de negocios en empresas o personas.
La muerte de empresas, debilita el resto del tejido económico dado que arrastra deudas con otros agentes económicos, que a su vez sufren de un nuevo problema de ingresos producto de ventas anteriores que no alcanzaron a ser pagadas y ventas futuras que no se realizarán dada la quiebra de la empresa. Lo mismo con el resto de empresas que actúan como proveedores de esta última compañía, y así sucesivamente. Es decir, tenemos un problema de circulación sanguínea entre los miembros de este cuerpo económico.
Es por esta razón que los distintos gobiernos han anunciados masivos planes de inyección de recursos monetarios a empresas. El plan del gobierno de Colombia de inyectar recursos al Fondo Nacional de Garantías con el objetivo de emitir certificados de garantías por más de $ 48 billones de pesos colombianos (unos USD 12,000 millones) que sirvan de colateral a bancos para prestar recursos a PyMEs como a personas naturales, sigue precisamente el propósito de incrementar el flujo sanguíneo y con ello irrigar de mejor forma este gran cuerpo económico.
Hoy estamos viviendo una de las crisis económicas más grandes de la historia moderna, sólo comparable a la depresión económica de 1929. Esta crisis que el Fondo Monetario Internacional ha llamado “the great lockdown (el gran confinamiento)” se va a caracterizar por un número importante de quiebras o liquidaciones de empresas producto de los efectos de las medidas de mitigación contra el covid-19 y el gran número de desempleados que generarán nuestras economías como consecuencia de lo anterior.
Estamos recién en los inicios de esta crisis económica y dado lo reciente de todo esto (recordemos que en el caso de Colombia se inicia nuestro “lockdown” a mediados de marzo), los efectos en la economía real aún no se han dejado ver del todo, aunque si se sienten los primeros efectos devastadores en aerolíneas, hoteles, restaurantes, entretenimiento y comercio. Los impactos en otras áreas de la economía como es el inmobiliario e industria en general debemos mirarlos con más calma durante los próximos días.
La velocidad con que lleguen los recursos comprometidos a empresas como a independientes es absolutamente imprescindible para mitigar los efectos de esta crisis en el tejido económico del país y por tanto asegurar una recuperación en el menor plazo posible.
Es claro que la mayoría de los recursos llegarán a empresas e independientes por la vía de préstamos de bancos privados y por tanto estos deberán ser pagados en algún momento en el futuro. Un mayor endeudamiento se traducirá finalmente en menores ingresos futuros para innovación y desarrollo de productos, inversión en capacitación, marketing y pagos de dividendos, entre otros.
Esto último, parece un costo marginal respecto de los efectos devastadores que puede dejar una crisis de la envergadura de la que estamos viviendo. Es por ello que el apoyo financiero directo a la base empresarial es absolutamente determinante para mitigar sus efectos. El dinero debe llegar a las empresas e independientes en cantidades que les permitan navegar esta crisis sin desaparecer en el proceso.
La única condición a lo anterior es que se asegure que nuevos recursos llegarán a empresas viables, es decir empresas que financieramente sean capaces de sobrevivir por varios años después que pase este great lockdown. Pasar recursos fiscales a empresas que van a terminar quebradas de todas maneras es equivalente a quemar dineros fiscales, los cuales han sido aporte de toda la sociedad.
Sang froid, litres de sang froid.
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