Durante el día de ayer llegó a mis manos una encuesta realizada en Perú por Datum Internacional sobre las preferencias de voto de los peruanos de cara a las próximas elecciones presidenciales. Datum es una empresa seria y por tanto estos datos – procesados casi 7 semanas antes de la elección presidencial – parecieran gozar de bastante credibilidad.

Perú debe elegir un presidente entre un exponente de derecha como es Keiko Fujimori, hija del controvertido ex-presidente Alberto Fujimori, quien llega a estas elecciones con una escasa votación en primera vuelta del 13 % y después de haber sido procesada por corrupción a raíz de dineros recibidos por parte de Odebrecht. Además se le describe como la principal instigadora política que terminó con el derrocamiento del ex presidente Vizcarra y anteriormente varios de sus ministros. Recordemos que el segundo gobierno de Fujimori terminó con el ex presidente prófugo por varios años producto de escándalos de corrupción sin precedentes en la historia peruana. El pueblo peruano le reconoce a Fujimori haber ganado la batalla contra el terrorismo, sin embargo, le reprocha amargamente el resto de la historia y Keiko es vista como su continuadora política.

Por otro lado, un profesor de estado proveniente de la sierra peruana llamado Pedro Castillo ha sido elegido con primera mayoría en la primera vuelta presidencial con un 19 % de los votos. Pedro Castillo se hizo reconocido como líder sindicalista en una huelga de profesores el año 2017 y tiene de ideas de extrema izquierda. Implementar una reforma constitucional, estatizar sectores estratégicos como el minero y petrolero, modificar el sistema de pensiones y desmarcarse de tratados firmados con USA son parte de su programa de gobierno. Nunca más un pobre en un país rico ha sido uno de los lemas de su campaña y se ha referido de forma amenazante respecto de aquellos más adinerados. Según algunos, es la encarnación peruana de Evo Morales.

Personalmente tengo una estrecha relación con Perú por temas laborales y familiares y he conocido algunos de sus procesos electorales anteriores. Las elecciones de los ex presidentes Toledo, García y Humala estuvieron también muy cargadas de miedos e incertidumbre, sin embargo creería que por primera vez puedo percibir un pánico colectivo en la élite peruana respecto a la posibilidad que un izquierdista extremo como Pedro Castillo pueda llegar al poder por votación popular. No me cabe la menor duda que muchos están pensando en sacar su dinero del país, vender propiedades y rehacer su vida en algún país que les de mayores seguridades. El miedo al Castro-Chavismo, como lo bautizó el ex presidente Álvaro Uribe, es ahora una realidad en Perú.

Lo interesante es que, según la encuesta, Castillo ganaría con un 41 % de los votos, mientras que Keiko obtendría un 26 % de la votación con un gran 33 % de los votantes que no sabe o votaría nulo. Keiko ganaría en Lima y en los estratos más acomodados de la población, mientras que Castillo ganaría en todo el resto del país, dando una paliza de proporciones en las regiones centro y sur. Sin duda, estas elecciones en la mitad de una durísima pandemia, con mayores niveles de pobreza y con un Estado que no ha sido suficientemente asistencialista en el más amplio sentido de la palabra, ha agudizado un complejo sentimiento de abandono del Estado que se ha vivido particularmente con mucha fuerza en los segmentos más humildes de la población. Es por ello que la población clama por un líder que les devuelva parte de lo perdido, que les asegure un poco más de bienestar y establezca las bases para un mejor futuro.

Y ciertamente es aquí donde está el germen del comunismo. Cuando se necesita emparejar un poco más la cancha, cuando se necesita desesperadamente la ayuda del Estado. Acá no hay voto anti-Fujimori, es sencillamente un voto a quien pueda ayudarlos a salir adelante. A nadie le importa la corrupción cuando el hambre y el virus arrecian en sus familias, ni el color político si el candidato es capaz de entregar un paliativo a los problemas más básicos de subsistencia.

Una diferencia de 15 puntos con Castillo parece una diferencia irremontable y por tanto Keiko tiene muchísimo trabajo por hacer si quiere tener alguna posibilidad de ser elegida. Keiko necesita pensar en los que menos tienen y en hacer un programa político que los tenga como el gran centro de gravedad de todas las políticas públicas de su gobierno. Las siguientes 7 semanas serán vitales para que Keiko se pueda posicionar en los segmentos de la población en la que hoy no está y convencerlos de que su programa es mejor que el de su contendor comunista.

La tiene muy difícil Keiko. Muy difícil.

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