Las tasas de interés han venido incrementándose en todas partes del mundo. Estas juegan un rol fundamental en la evaluación y asignación de proyectos de inversión y en decisiones de consumo y por tanto son una herramienta estratégica para el control de procesos inflacionarios como los que estamos viviendo hoy en día.

Lo cierto es que las alzas en tasas de interés no solo afectan nuevas decisiones de inversión, sino que afectan también las deudas financieras adquiridas con anterioridad cuando están basadas en tasas de interés variable. Esto significa que la carga de intereses por deudas adquiridas en periodos anteriores también son incrementadas y por tanto exigen a la empresa generar recursos adicionales para hacer frente a este mayor costo financiero.

Una forma tradicional para hacer frente a un escenario de mayor carga financiera es refinanciar las acreencias de forma tal que se pueda reemplazar la mayor carga de intereses por una menor carga en los desembolsos de capital del préstamo. Esto significa que el acreedor (o los acreedores) deben convencerse que un refinanciamiento de sus deudas permitirá al deudor cumplir con sus futuros compromisos financieros y por tanto asegurar la viabilidad de la compañía.

A lo anterior se le llama un proceso de refinanciamiento o reestructuración privada, un proceso que se realiza directamente entre un deudor y un grupo de acreedores, sin ninguna intervención del sistema judicial. Supone por tanto que las negociaciones son llevadas de buena fe entre las partes y son aceptadas por el 100% de los acreedores que son parte del mismo proceso de negociación privada.

Cuando un proceso de refinanciamiento privado no es exitoso, normalmente los deudores optan por una negociación judicial o concursal. Este tipo de procesos permite que las decisiones de reestructuración sean tomadas al amparo de una ley y por mayoría de acreedores. Esto último es tremendamente relevante dado que no requiere que la totalidad de los acreedores esté de acuerdo en los términos de la reestructuración. De esta forma se facilita muchísimo la aprobación de un acuerdo.

Un proceso de reestructuración financiera integral es un proceso que integra tanto la negociación privada como la negociación judicial. En este proceso intervienen una banca de inversión especialista, como es el caso de Concordia Investments, y un estudio jurídico especialista en temas concursales.

En este modelo normalmente se definen objetivos estratégicos y se inicia con un proceso de reestructuración privada que de ser exitoso, cierra el proceso con la firma de los acuerdos privados de refinanciamiento. Sin embargo, en caso que el acuerdo privado no se haya conseguido, se abre en seguida el proceso de reestructuración judicial que es manejado por el mismo grupo asesor.

Por la vía de un proceso de reestructuración financiera integral la empresa cubre tres objetivos estratégicos de un proceso de reestructuración financiera: 1) asegurar todos los esfuerzos tendientes a lograr, prioritariamente, un proceso exitoso de reestructuración privada, 2) optimizar los tiempos que median entre un proceso de reestructuración privada y uno judicial, y 3) asegurar la viabilidad de la empresa por la vía de un proceso judicial en caso que los esfuerzos en la reestructuración privada no fructifiquen.

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