Ahora tengo un gran dilema, no se realmente qué me genera más repulsión, si la turba enloquecida y criminal que se lanzó a torturar y linchar al toro en Turbaco o los trinos que circularon por twitter en cabeza del senador Uribe y muchos de sus acólitos de la extrema derecha colombiana.
Existen elementos que subyacen a la violencia en Colombia y que están íntimamente ligados a la cultura paramilitar, el ensañamiento y la tortura, la idea del asesinato ejemplarizante y el circo en torno al martirio de la víctima. Este conjunto de cosas hacen parte del ritual que la lógica paramilitar utilizó en muchas masacres, una de ellas de las más aberrantes justamente en El Salado, una población aledaña a Turbaco. Muchas familias de este pueblo perdido y abandonado del departamento de Bolívar han venido de esos desplazamientos forzados cometidos incluso, como es el caso de El Salado, por integrantes de las Fuerzas Militares.
Es un hecho para mi relevante en la explicación que le busco al nivel de indolencia y sevicia aplicada en la matanza del toro, ha sido la escenificación de un ritual puramente paramilitar. Esta vez las que siempre han sido víctimas de los abusos y vejaciones de grupos armados se convierten en victimarios. No existe una violencia surgida de la nada, no es una embriaguez de furia espontánea, es la acumulación de unos códigos de conducta alimentados a punta de crímenes repetidos y repetidos frente a los ojos de la población que al final de cuentas terminan siendo replicadas contra, en éste caso, el ser más vulnerable al que pueden tener acceso, el toro.
Discrepo con quienes piensan que este comportamiento es el resultado de la violencia esencial y cultural de las corralejas. En sí mismas esas «fiestas», si se pueden llamar de alguna manera, son expresiones de violencia legalizada que giran en torno a la tortura y muerte de un animal, para mi no dejan de ser repugnantes y totalmente reprobables. Pero ojo, lo de Turbaco es una expresión de otra índole, tiene que ver con una conducta criminal que los pobladores de la región han visto innumerables veces aplicada a seres humanos y que ha sido recogida en diversos relatos de sobrevivientes y de victimarios confesos: acorralar a las víctimas, producir pánico, neutralizar la resistencia, infringir dolor a través de la tortura y luego asesinar con saña.
La otra cara de la violencia paramilitar, no necesariamente armada, tiene que ver con los mensajes derivados del linchamiento. La extrema derecha se lanzó a toda clase de improperios en donde lo que menos importaba era el hecho vejatorio contra el animal sino la oportunidad de urdir amenazas y ofensas contra sus enemigos políticos a través de las comparaciones. A alguno de estos desadaptados le leí:
«Que bestias! Deberían llevar guerrilleros para «torearlos» en las corralejas».
Recuerden que fue esta misma persona la que retó a un duelo al senador Ivan Cepeda «con el arma que escogiera» para resolver uno de los tantos rifirrafes que se presentan en medio de la crispación política. Personajes de éstos perfiles aparte de poner en tela de juicio su cabalidad mental cumplen con una función, legitimar y alentar desde la legalidad la violencia ejercida en la ilegalidad.
El problema de fondo no es el matachín de alcalde que tiene Turbaco, a este lo pueden destituir, condenar, vilipendiar si es necesario, el problema de fondo es no entender que hay una herencia cultural dejada por los grupos paramilitares y continuada por las bandas criminales en sus zonas de influencia. Se basa en la permisividad para despojar al otro, sea un ser humano o no humano como el toro, de su dignidad y de su vida sin que pase nada. No es mi objetivo generalizar, es igualmente cierto que hay comunidades que han resistido al poder coaccionador del paramilitarismo armado o político, pero son la excepción de una regla extendida en territorios donde o asimilas un orden social, basado en ejercitar diferentes tipos de violencia, o te vas o te mueres…
Es repugnante el grado de indolencia de quien comete atropellos de este tipo, quien promueve o ejercita la violencia gratuita no debe andar por la calle suelto. Qué le pasará a esa turba grotesca que nos robó otro trozo de fe en que Colombia puede ser diferente? seguramente nada. Esperaremos a las siguientes corralejas, por el camino quedarán asesinatos y reyertas por retaleaciones, amenazas, violaciones, boleteos, impunidad y más licor, porque mientras el pueblo esté aturdido todo podrá seguir siendo idílicamente igual.