Nadia Vera se sentó frente a la cámara y dejó registrada en una entrevista la denuncia estremecedora de su propio asesinato. Dejó de ser una entrevista para una televisión local, sobre los hostigamientos de la clase política mafiosa del estado de Veracruz, para convertirse en la voz de una víctima que le gritaba al mundo que la iban a matar y en efecto la mataron. Ella misma señaló como responsable de lo que le ocurriera a ella, o a su familia, al gobernador del estado Javier Duarte.

El 31 de julio a Nadia Vera, activista del movimiento #YoSoy132, la torturaron, violaron y asesinaron en un apartamento de la Ciudad de México. Ese día, junto a Nadia, fueron torturadas y asesinadas tres mujeres más y un periodista también amenazado en Veracruz y quien de igual forma había señalado al gobernador como instigador principal. Puede que a primera vista se trate de un hecho más de persecución contra activistas sociales y periodistas en un país tomado por la mafia, que sin dejar de ser doloroso nutre la estadística oficial y alimenta el ambiente de impunidad con el que los cárteles actúan en México. Sin embargo, una de las victimas era colombiana y a partir de la constatación de su nacionalidad las hipótesis del múltiple homicidio se centraron en la presencia de la mujer en ese apartamento; ya no se trataba de un grave y espantoso feminicidio ni de una acción de cárteles, se trataba de un hecho delictivo relacionado con la colombiana.

Los medios de comunicación la presentaron como ‘Nicole’, una dama de compañía que podría ser la piedra angular del hecho y que estaría relacionada con negocios ilícitos. Esa ha sido la versión más extendida a pesar de que en ese apartamento estaban dos personas amenazadas por su trabajo periodístico y de activismo en derechos humanos. Para la prensa ha pesado más el indicio sugerido por la nacionalidad de la víctima, y ahora sospechosa, debido a su actividad laboral como trabajadora sexual, que la posibilidad de que asesinos a sueldo hayan materializado las amenazas contra Nadia Vera y Rubén Espinosa. Aunque todas las líneas de investigación están abiertas, en la retina de la gente se quedó la tesis de que ella era el objetivo por la sevicia con la que la torturaron a diferencia de las otras mujeres (fue empalada y estrangulada, además de recibir un tiro de gracia). Para varios analistas entrevistados en medios mexicanos ser colombiana y además prostituta, aclara el móvil del crimen.

No era Nicole, se llamaba Mile Virginia y a ella no sólo la han asesinado con saña, además tal y como lo señala un grupo de colombianos residentes en México que han hecho pública una carta dirigida a la procuraduría mexicana y a la cancillería colombiana, con estos señalamientos se está revictimizando a su familia y enlodando su nombre y su honra, contradiciendo los principios básicos del debido proceso y alimentando tópicos que implican a toda una comunidad.

Cortina de humo

En México sale más barato, judicialmente hablando, matar a una mujer que robarse un televisor. Sólo el 49 por ciento de los casos registrados terminan tipificados como feminicidios, el resto se diluyen en un aparato judicial lento y corrupto. En Veracruz por ejemplo entre 2012 y 2013 se registraron 9 mil ingresos a centros sanitarios por violencia de genero, 1.075 de estas mujeres murieron pero tan sólo 175 de estos casos fueron registrados oficialmente como asesinatos. Aun así se ha querido posicionar la nacionalidad de Mile y su condición migratoria por encima del hecho tácito del feminicidio y la persecución sistemática a la libertad de expresión de periodistas y activistas.

Este grupo de colombianos que sale en defensa de la honra de Mile Virginia y de las mujeres ultrajadas que caen diariamente en México piden que no se criminalice a las personas por su origen o por su medio de subsistencia Comunicado de colombianos y colombianas residentes en México. Si las víctimas no merecieron en vida la protección de un Estado, por lo menos que fallecidas merezcan respeto y un trato digno.

Ciudadanos de primera y de segunda clase

Si alguien duda de que Colombia es una sociedad altamente clasista lo invito a que vea los procedimientos efectuados en casos de calamidad a los colombianos y colombianas en el exterior. Cuando ocurrió el trágico ataque terrorista en el que murió la esposa y el hijo del General Camelo en Túnez, la diplomacia colombiana se lanzó decididamente a acompañar y repatriar los cuerpos de las dos víctimas; todo el país se volcó solidariamente con el alto oficial.

Pero con Mile Virginia y su familia no ha sido así, no ha pasado nada más allá del repudio y la condena generalizada, no se han visto en los medios los despliegues de la Cancillería, se han limitado a decir que están asesorando a la familia para hacer la repatriación del cuerpo. «Asesorando a la familia» cuando su obligación es una comunicación directa entre cancillerías para la repatriación del cadáver; lo cierto es que el trato no es el mismo, cada cual recibe el favor del Estado que su bolsillo permite.

A Mile Virginia le tocó ser víctima desde el mismo momento en el que se vio obligada a salir del país a buscarse un futuro mejor. Sea cual sea el desenlace de la investigación esas cuatro desafortunadas mujeres fueron víctimas de un feminicidio y probablemente dos de ellos, Nadia Vera y Rubén Espinosa, de un asesinato selectivo por su trabajo profesional. Colombia tiene la responsabilidad de intervenir enérgicamente en este caso, repatriar el cuerpo de Mile y garantizar que ese crimen no se quedará en la impunidad.

@jc_villamizar