Cisneros, una tierra alegre y cálida, llena de verdor, con olor a café y panela, conocida por el ferrocarril y el túnel de la Quiebra, famosa por sus charcos y quebradas, estaba a punto de presenciar un insólito compromiso futbolero entre su selección y su par de Yolombó. Memo era el delantero estrella, el día anterior, sus compañeros de la U., llegaron en tren de visita. Presurosos salieron para el estadio, primero pasaron por el estanquillo, antes de que cerrara, para conseguir la “vitamina”.
—Compremos botella y media, y en la noche nos la tomamos, ¿les parece? —propuso Mario.
—Uy, yo creo que eso es poquito, ¡yo me conozco! Pero bueno, llevemos eso, no digan después que no se les advirtió —replicó Yusepi.
Imagen 1. Locomotora con sus vagones. Tomado David Mark en Pixabay
En la cancha de fútbol
Llegaron al estadio municipal, la cancha era de arenilla, había cerca de una veintena de aficionados y continuaban llegando. Se sentaron en el piso al pie de la tribuna, para su sorpresa el Capitán del equipo era Memo ¡su amigo!
—Muchachos ¡tomémonos uno! —propuso Pinsky.
—Un momentico, esperen. Es para la noche —replicó Willy.
—Ome Willy, mirá, juega Memo y para acabar de ajustar ¡es el Capitán! ¡Qué carajos, tomémonos uno! —insistió animadamente el Cone, Yerry y los demás también estuvieron de acuerdo.
—Pues sí, ¿no? Eso sí que es un buen motivo. ¡Salud! —estuvo de acuerdo Willy.
La telenovela
“Calamar” era la telenovela de moda, estaba protagonizada por la bella “Claramanta” y “Generoso… El Guajiro”. Aparecían también, un ser mágico llamado “Guri Guri”, la malvada “Galiana Barrancas”, el villano “Capitán Olvido” y su secuaz, “Esqueleto”, un marinero flacuchento que le reverenciaba estirando los brazos, agachando el torso, diciendo lastimeramente “Capitaaán, Capitaaán”, vestía siempre una camiseta a rayas horizontales azules y blancas; a propósito, el flaco de Pinsky llevaba una similar aquel día.
El partido
Arranca el partido, en la cancha se va notando la superioridad del equipo de Cisneros. Promediando el primer tiempo, en una rápida jugada, pase al vacío, la toma el Capitán, elude al defensa, dispara con potencia al ángulo y ¡anota! Emocionado, celebra con sus compañeros de escuadra, gira, levanta su mano y dedica el tanto a sus amigos, quienes saltan alegremente, celebran y gritan — ¡Gol! Golazo — se toman otro. Pinsky exclama a todo pulmón — ¡Ese es amigo mío! —. El público nota que Memo cuenta con barra propia.
El segundo tiempo
En el segundo tiempo, el equipo sigue arrollando. En una jugada se produce un tiro de esquina, le queda el rebote a Memo, remata de media distancia, palo y adentro… ¡Goool! Sus amigos brincan a rabiar, no lo pueden creer, “cero y van dos de Memo”. En la tribuna los aficionados también celebran. Repentinamente, señalan a un costado de la cancha, algunos se ponen de pie observando un inesperado suceso, es Pinsky, quien salta a la cancha corriendo graciosamente detrás de Memo, imitando a “Esqueleto”, gritando quejumbrosamente “Capitaaán, Capitaaán” haciéndole reverencias, lo sigue hasta el centro de la cancha. Los espectadores no paran de reír, también sonríen los jugadores de ambas selecciones y los árbitros. Ante aquel delirante suceso sus compañeros no aguantan la carcajada, lo llaman a regañadientes — ¡Esqueleto! ¡Esqueleto! — y le ayudan a sentarse.
Imagen 2. Delantero al ataque. Tomado de Keith Johnston en Pixabay.
La narración
Transcurre el tiempo, hablan relajadamente, Willy saca un pañuelo, lo dobla y se lo pone en la frente, alza una ceja y dice con voz de galán de telenovela:
—¡Hola! Soy Generoso… ¡el Guajiro! Hoy desde Cisneros, mañana desde cualquier lugar del mundo— Todos sueltan una risotada.
—Ve, igualito ¡Ay, no me aguanto! Ja, ja, ja—dice Yusepi casi ahogándose.
—Ey, Generoso, este Cisneros es una locomotora —dice sonriendo Yerry —¿Será que el Capi vuelve y la mete? —entonces, dirigen sus miradas a la cancha.
Ahora Willy aclara la voz, imita a un conocido narrador de fútbol, el público se divierte; en una de esas, penal a favor de Cisneros, llevándose una mano al oído con ímpetu dice:
—¡Penalty, penaaal! Ahora le entregan el balón al Capi, lo ubica en el piso, se moja el índice y lo levanta…así calcula la velocidad del viento y la humedad… ji ji ji — ante sus payasadas sus amigos no pueden resistir, ríen desmedidamente.
—…Toma distancia, se perfila con pierna derecha, nos vamos al gol… nos vamos al gol. ¡Energía positiva! Piense que entra…amiguito, piense que entra… —hace una pausa, suena el pitazo del árbitro.
—… Arranca el Capi, mi Capi, dispara, remata…gol, goool…gol y gol y gol y gol… gooool del Capi, gol del más grande de esta tierra… mi Capi goooool — dice desgañitándose, pegándole palmadas a la arena, la gente alrededor se ríe.
Los jugadores abrazan a Memo ¡es el tercero! Sonriente, se lo dedica de nuevo a sus amigos.
Esqueleto escapa eufórico de sus compañeros que intentan retenerlo, corre detrás del Capitán haciéndole reverencias y gritando. Al verlo acercarse, el árbitro llama a Memo y cuchichea con él. El Capi lo ve venir, le grita que se vaya y agita sus manos, pero Esqueleto llega haciéndole venias; Memo no se aguanta, entonces, le lanza un par de puntapiés que ágilmente Esqueleto esquiva saltando, con una risita nerviosa retrocede y sale corriendo de la cancha.
Una nueva jugada
Se vuelve a sentar junto a sus amigos que bromean y ríen; algunos ya están a “mediacaña”, destapan la última media.
—Uy ¿eso es lo que queda? —pregunta sorprendido Yusepi.
—Sí, ¡Memo se lo tomó casi todo! —apunta graciosamente el Cone.
—¡Qué lengüita! Sí ven, yo les dije, yo me conozco… ¡y conozco a mi gente!
El partido está por terminar, atentos observan lo que ocurre en el campo, mientras Yusepi, sin que nadie lo noté, coge arena y se la va echando en los tenis a Esqueleto. Sorpresivo contragolpe de Cisneros, el 10 hace un pase largo en diagonal, Memo cruza velozmente, toma el balón, gambetea al marcador, el arquero le achica, inspirado le hace un globito bañándolo ¡Gol! ¡Qué golazo! ¡Espectacular gol! Es el cuarto. Levanta el puño en señal de victoria.
Muchos de pie aplauden la genialidad de Memo. Esqueleto intenta pararse para ingresar a la cancha, pero no puede, tiene una volquetada de arena en sus zapatos, qué fastidio al caminar.
Imagen 3. Tenis y arena. Tomada de Samuele Schirò en Pixabay
El final
Termina el partido, están dichosos, los aficionados descienden de la tribuna, los jugadores rodean a Memo, una tarde redonda, triunfan con cuatro anotaciones suyas. Risueño se acerca donde sus compañeros, hay algarabía y felicidad en torno suyo, todos quieren saludarlo, después de un momento se pone serio ante sus amigos, les dice señalando a Esqueleto:
—Uy, sí ven pues, casi perdemos por este jiquerón.
—¿Cómo así? —dice sin acabar de entender Yerry.
—El réferi me dijo que si se volvía a meter ¡terminaba el partido por invasión! ¡Y ganaba automáticamente Yolombó!
—¿De verdad? —preguntó estupefacto Mario.
—En serio, no les miento —aseveró. Reinaba un silencio cortante, Esqueleto estaba cabizbajo, avergonzado.
—Pero…—murmuró —… ¡Pero triunfamos! “Capitaaán… Capitaaán” ¡Triunfamos! —exclamó explosivamente Esqueleto haciéndole un par de reverencias, sacándole de nuevo una sonrisa.
Los aficionados agolpados presencian aquella escena, repentinamente se abalanzan sobre Esqueleto, lo agarran… lo cargan entusiasmados y gritan:
— ¡Esqueleto! ¡Esqueleto! Ra, Ra… ¡Esqueleto! ¡Esqueleto! Ra, Ra
Otro grupo alza en hombros a Memo, el héroe de la jornada, avanzan con las dos figuras por la calle, y cerrando el improvisado desfile van los otros estudiantes, escondiéndose del alboroto que habían ayudado a formar.