En el curso que dirijo en el Departamento de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Antioquia, cuyo objetivo principal es identificar cómo la Tecnología Informática brinda apoyo transversal a las diversas áreas de las empresas, realizamos un ejercicio de comercio en el que las transacciones de compra y venta se ejecutan exclusivamente por internet, lo que es mejor conocido como Comercio Electrónico o e-commerce. Durante este análisis examinamos la mecánica del proceso y evaluamos varias opciones y plataformas. Este tema generó una discusión enriquecedora, destacándose entre los puntos de mayor interés el aspecto de las transacciones bancarias.
Fue entonces cuando me transporté a mis inicios como ingeniero de Sistemas en uno de los sectores empresariales que brillaba por su constante innovación tecnológica, el financiero. A mediados de los noventa tuve la oportunidad de ingresar al área de Desarrollo de la Gerencia de Tecnología en la Corporación Nacional de Ahorro y Vivienda, Conavi. Algunos la recuerdan con afecto por la amabilidad y gentileza del personal en las oficinas, por las cajitas con buñuelos y natilla que obsequiaban en diciembre y por el programa “Chicos Conavi”. En la Gerencia de Tecnología Informática me encontré con un maravilloso equipo de personas de diversas áreas, conté con la fortuna de tener excelentes jefes, en su mayoría mujeres, de todos aprendí. Allí hice carrera, fui Programador, Analista de Sistemas, Líder Técnico, y Líder de Productos y Servicios. Mi función principal era atender las necesidades de un área de la Vicepresidencia Comercial, más exactamente al departamento de Gerencia Electrónica (GE), el cual prestaba diversos servicios financieros a las empresas. Este departamento contaba con un estupendo equipo de trabajo, liderado por Nora Uribe.
Empecé con los Recaudos Empresariales, en ese momento un servicio en ciernes. Era responsable del mantenimiento de las aplicaciones PATE, Pagos a Terceros, es decir, los recaudos de servicios de empresas externas a la corporación, como servicios públicos, pensiones escolares, seguros, etc. Y también del manejo del Débito Automático asociado a dichos servicios, mi jefe era Claudia Osorio.
Después de un tiempo fui asignado para liderar una nueva versión de la aplicación Gerencia Electrónica y su migración al modelo “cliente – servidor”. Desde esta plataforma, creada por Pacho Hoyos, las empresas podían hacer el Pago de Nómina de sus empleados, el Pago a Proveedores, así como realizar consultas de saldos, movimientos y transacciones de sus cuentas.
El internet estaba en sus inicios, todavía no había alcanzado su dimensión, por lo tanto, las empresas para realizar sus pagos cargaban un archivo en la aplicación instalada en su computador, esta se conectaba con Conavi mediante llamada telefónica a la oficina de Gerencia Electrónica, donde había una torre de módems para recibir dichas llamadas y otra aplicación se encargaba del proceso respectivo.
Debo indicar que inicialmente el pago de una nómina se hacía solo entre cuentas de la misma entidad, es decir, tanto la cuenta de la empresa como la del trabajador debían pertenecer al mismo banco; restricción que implicaba, para el empleado que tenía su cuenta en una institución diferente, la apertura de otra. Entonces, para romper esa limitante, alguien en Conavi se craneó la siguiente operación, el valor se debitaba de la cuenta de la empresa y si la cuenta destino era de otra institución se enviaba una instrucción a una de las impresoras de punto para emitir un cheque de gerencia. En ciertas horas se hacían cortes, los cheques se agrupaban y se entregaban a los “patinadores” (mensajeros), quienes los depositaban en las respectivas oficinas bancarias.
La ventaja de este modelo era que el valor del cheque se acreditaba el mismo día, sin quedar en canje hasta el siguiente día hábil, como sucedía con un cheque normal, ¡y el empleado no tenía que abrir una nueva cuenta!
Un datico, ya se imaginarán el ruido en quincena, gracias a las impresoras de matriz de punto y los módems con sus característicos pitidos, recibiendo llamadas y emitiendo cheques “a la lata” como decía Juan Carlos Arango, ¡qué bullicio!
Un nuevo proyecto
Un día me informaron que los bancos del país participarían en un proyecto para efectuar Transferencias Interbancarias, una nueva forma de transferir dinero entre cuentas de distintos bancos. Este proyecto se basaba en el modelo norteamericano conocido como ACH (por sus siglas en inglés Automated Clearing House), como ente centralizador, es decir, una cámara de compensación automatizada, que recibía los archivos de las diferentes instituciones financieras y separaba los registros por banco destinatario, para luego direccionarlo a cada uno de ellos. Así surgiría ACH Colombia, una verdadera innovación en aquel momento. Mi sorpresa fue aún mayor cuando mi jefe señaló que yo lideraría el proyecto en Tecnología Informática, coordinando el equipo de trabajo. Mi alegría fue inmensa. ¡Qué satisfacción!
El equipo contaba con un representante de cada área de la Gerencia de Tecnología, como Telemática, Bases de datos, Asistencia y Soporte, Calidad, etc. Naturalmente, también teníamos personal de nuestro núcleo, ni más ni menos que mi estimado amigo Jairo Sánchez, el duro de la programación de transacciones en línea. Se rediseñó la mensajería de las transacciones, convirtiéndola en un estándar. Documentábamos todo, a mí me gustaba hacerlo, pues me parecía de gran apoyo; hice el modelo del sistema, base para el diseño e implementación del proyecto. Cuando era estudiante en la U. vi la materia Análisis y diseño de Sistemas con el profesor Germán Urrego, su dinámica y contenido me cautivaron. Ver cómo una simple idea plasmada en un papel, algo intangible, que paso a paso, se convertía en realidad y entraba en funcionamiento ¡era fantástico! Germán, muchas gracias.
El proyecto lo bautizamos como “ACH-Transacciones Interbancarias”, valga decir que nos salió muy bien gracias al trabajo en equipo. Participaron personas de diversas áreas, empezando por la Gerente del Proyecto Clara Isabel Posada, y Enrique Vera pertenecientes a la Vicepresidencia Comercial, también contamos con el crucial aporte del área de Gerencia Electrónica, especialmente de Eliana Pérez y Carlos Rincón como usuarios del sistema. Así como también, Operaciones, Procesos, Contabilidad, Mercadeo, proveedores externos y la Gerencia de Tecnología, sin olvidar los certeros aportes, tanto técnicos como filosóficos, de Luis Jaime López.
Este sistema transaccional se dividió en cuatro fases que fueron entrando secuencialmente en producción. A pesar de los inconvenientes, logramos sortearlos con éxito. El diseño se implementó de manera genérica para que cualquier nuevo canal transaccional pudiera conectarse rápidamente. La plataforma piloto fue Gerencia Electrónica con sus pagos de nómina y proveedores. Luego el Conavitel con sus transferencias, al igual que Cajeros Automáticos, el Fono Conavi y también, la novedosa aplicación de la página web que surgió a finales de los noventa.
Representante del banco
Ah, olvidaba contarles que estando en plena planificación del proyecto un compañero se me acercó y me dijo preocupado:
—Uy, te está buscando Carlos Mario Toro, te espera en su oficina a las 10:00 a.m.
—¿De verdad? —le pregunté sorprendido pues no entendía la razón de que el gerente de Tecnología me estuviera necesitando.
—Sí, seguro. ¿Qué hiciste? Lo vi muy seriote, no está de buenas pulgas —me contestó parcamente. Lo miré fijamente y noté que ni pestañeó. Me asusté.
—¡Oh, Dios! ¿Ahora qué embarrada habré hecho? —me dije.
La secretaria llamó a reconfirmar la reunión en el cuarto piso. No le pregunté nada a nadie y continué con mi trabajo, ya la suerte estaba echada. Un poco antes de la hora indicada, tomé mi agenda y bolígrafos, apesadumbrado fui a la oficina del gerente. La secretaria me anunció, esperé un momento, me indicó que pasara, abrí la puerta y avancé. Carlos Mario, con el ceño fruncido, me hizo una señal para que tomará asiento mientras terminaba una llamada telefónica. Me acomodé en el sillón de la mejor manera posible, observé la oficina, por la ventana contemplé el paisaje. Aquella espera parecía eterna, colgó y me dijo:
—Gustavo… —carraspeó, yo no respiraba.
—Gustavo… ¿qué le pasa? Lo noto tenso, preocupado ¿Algún problema? —lo negué con la cabeza e intenté sonreír.
Entonces me miró y con su estilo característico hizo un gracioso apunte que nos hizo reír, me relajé. Luego me indicó que había un grupo conformado por representantes de cinco bancos, cuyo objetivo era valorar y elegir la plataforma tecnológica más adecuada para la operación de ACH Colombia, organización fundada por los bancos del país; el comité se reuniría periódicamente en Bogotá. Me miró fijamente y dijo:
—Su misión, si decide aceptarla, es representar a la Corporación ante tal comité. Si usted o cualquiera de su equipo mete la pata … ¡yo no los conozco! —señaló al mejor estilo de “Misión Imposible” y soltó una sonora carcajada, yo no podía de la risa. Luego, me dio sus recomendaciones. Así era, y es, Carlos Mario, tremendo personaje y excelente persona.
Me sentí muy halagado y honrado, inmediatamente le contesté que sí. Salí dichoso, ya no tenía ganas de “estrangular” a Fabio Ruiz por el chistecito que me hizo. Participé en el comité durante varios meses, presentamos las recomendaciones y pronto adquirieron la plataforma y herramientas de tecnología de punta.
Orgulloso
Cuando hablaba con los alumnos del servicio de pagos y transferencias entre bancos, hicimos un ejemplo para ilustrar tal proceso y las diferentes modalidades existentes. Alguien preguntó —¿Profe, por qué este tipo de transferencia no se hace inmediatamente, en línea? —escuchamos varias apreciaciones y construimos juntos la respuesta. El proceso está definido para efectuarse en ciclos e intercambiar archivos debido al volumen de transacciones que se pueden presentar. Hay que recordar que son traslados tanto masivos como individuales; además, en los archivos hay otros tipos de novedades como rechazos e inscripciones. En resumen, el volumen es muy alto y congestionarían las redes en línea. Por eso, cuando se ejecuta una transacción de este tipo, aparecen mensajes como:
“Las transferencias que se realicen en días hábiles hasta las 5:00 p.m. serán aplicadas el mismo día; después de esta hora el abono se realizará de acuerdo con las políticas del banco que recibe la transferencia”. Página web Bancolombia, ene. 2024.
En este momento me di cuenta de que, al participar en el comité técnico de ACH, había contribuido con mi granito de arena a este proceso de alcance nacional. Comprendí que a veces cumplimos eficientemente con nuestras obligaciones y responsabilidades sin dimensionar el impacto que nuestra labor puede generar en la sociedad. ¿Y saben qué? Me sentí muy orgulloso, sí, muy orgulloso porque este modelo lleva más de 25 años en operación, ¡y yo estuve ahí!
La verdadera prueba de fuego
Volviendo al proyecto, sin alardear, considero que quedó muy bien diseñado e implementado. Con decirles que recibimos reconocimientos de la Gerencia de Tecnología y se convirtió en un referente. Es más, uno de sus módulos lo utilizamos para la evaluación final y así alcanzar la certificación ISO9001, la Gerencia de TI fue la primera de la Corporación en alcanzarlo.
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Definitivamente lo que nunca olvidaré fue cuando Nora Uribe y yo fuimos a una empresa para realizar el piloto de las “Transacciones Interbancarias”. Entre tanto, en Conavi, Gerencia Electrónica y Asistencia y Soporte estaban expectantes, encabezados por Margarita Salazar y Diego Gamboa respectivamente, prestos a solucionar cualquier inconveniente. El gerente y dueño de la empresa, don Hernán, un tipo queridísimo y cálido, lo primero que hizo fue invitarnos a tomar café con unos chocolates suizos. Procedimos a instalar la nueva versión en su PC, realizamos las respectivas pruebas de conexión, ingresó con su usuario a la plataforma, consultó el movimiento de la cuenta empresarial y el historial de otras transacciones, ¡todo perfecto!
Llegó la prueba de fuego, se cargó la nómina, el archivo se validó correctamente. Don Hernán aprobó el pago desde la aplicación y se lanzó el proceso a la corporación, pero no se recibió respuesta alguna. El personal de Asistencia y Soporte, que monitoreaba el proceso desde el Centro de Cómputo, detectó una inconsistencia y procedió a corregirla. Mientras tanto, don Hernán muy tranquilo nos contaba:
—Ustedes no saben cuánto les agradezco que pongan estos servicios a nuestra disposición —lo miré con extrañeza, él continuó —la mayoría de nuestros trabajadores son operarios y ganan un poco más del mínimo. Como lo ven esta es una pequeña empresa, para no generarles más cargas nosotros asumimos los costos financieros de sus cuentas.
Nos indicó que estábamos en un sector industrial donde también había talleres de mecánica y otro tipo de locales comerciales. Se puso de pie y nos invitó a mirar por la ventana.
—¿Ven esos bares y billares al fondo? —contestamos afirmativamente —cómo les parece que todos allá me detestan.
—¡No! ¿A usted que es tan querido y buena gente? Don Hernán, ¡cómo se le ocurre! Sé que todo el mundo lo quiere —manifestó sorprendida Nora.
—Todos, ¡menos ellos! —y se echó a reír.
Nos invitó nuevamente a tomar asiento y nos contó que, en un comienzo, la empresa pagaba en efectivo, puntualmente todos los sábados —lo más sagrado que tenemos es el pago a nuestros colaboradores, ¡somos muy cumplidos! —Esto implicaba llevar el dinero a la empresa, a veces en carro blindado, y luego distribuirlo, lo que significaba un gran riesgo tanto para los empleados como para la empresa; por esto cambiaron el proceso, a pago en cheque. De esta manera minimizaron tales riesgos, especialmente para la empresa, aunque los trabajadores debían encontrar una oficina bancaria para efectuar el cambio del cheque.
—Vean cómo es la vida —nos dijo —algún sábado después del mediodía pasé por el sector de los bares y vi un par de nuestros trabajadores en uno de los locales, al verme desaparecieron. Esto me intrigó y empecé, disimuladamente, a hacer mis averiguaciones —sonrió, tomó un poco de agua y continuó. —Ellos se esfumaron porque les dio pena que los viera allí.
—Sí, no entiendo porque se escondieron, tomarse una cerveza después de una larga semana de trabajo no perjudica a nadie —apunté.
—¡Exactamente! El cuento es otro. En el bar, hay tipos que les hacen “el favor” de cambiarles los cheques para que no tengan que ir al banco, pero eso no es gratis; les cobran un porcentaje sobre el valor, entre el cinco y el diez por ciento.
—Uy, pero eso es usura —manifestó angustiada Norita.
—¡Claro! Así es, pero eso no es todo. Generalmente los hacen esperar hasta que llegue el dinero. Estos sinvergüenzas lo tienen todo calculado —comentó disgustado — mientras tanto, el empleado para matar el tiempo, y con la música del local, se va animando, aparece un “amigo” o una “amiga”, se toman una cervecita, luego otra y otra, y se entusiasma. Termina con una cuenta abierta en el bar —nosotros no podíamos dar crédito a lo que escuchábamos. —De esta manera, muchos no llegaban con el pago completo a sus casas, descuadrando, por ejemplo, el dinero del mercado.
—Desde ese día empecé a buscar una solución y los encontré a ustedes, ya llevo buen tiempo con su servicio.
—Sí, usted es uno de nuestros clientes estrella —manifestó Norita —por eso lo estamos molestando hoy.
—Yo programo el pago de nómina para que se procese a primera hora del día agendado. Ya no tienen que lidiar con un cheque, pueden usar la tarjeta para pagar en el supermercado o retirar en un cajero. Y no corren el riesgo de que los enreden esos usureros. ¡Acabé con esa alcahuetería! Otras empresas han adoptado esta práctica.
—¡Estupendo! Eso está muy bien —dijo sonriendo Nora y yo aplaudí.
—Aquí entre nos, muchas esposas y mamás de los trabajadores me han dado las gracias reservadamente. ¿Y saben por qué? Porque ahora están más tranquilas sabiendo que ellos no van a malgastar la platica por ahí exponiéndose sin necesidad. Les hemos brindado seguridad y serenidad.
Increíble, ¿no? ¡¿Quién lo iba a pensar?! Les confieso que mi mayor satisfacción fue saber que con nuestras acciones llevábamos beneficios de diversa índole a la comunidad. Solo hasta ese momento fui consciente de que estábamos contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las personas, que no solo era cuestión de trabajo y dinero. Estos eran beneficios intangibles, beneficios sociales, que muchas veces, nosotros los técnicos, inmersos en el día a día, no estimamos, pero que al final resultan ser los más gratificantes de nuestro quehacer. Así es, sin saberlo, estábamos generando cambios y mejoras en la sociedad, y también, causando un impacto colateral que quizás no se pueda medir, pero que se traduce en una sensación de satisfacción, seguridad y bienestar. Y lo curioso es que estos efectos están a nuestro alrededor; acaso, qué sentimos cuando nos cortan el cabello o compramos una prenda de vestir y quedamos a gusto… ¿Nos vemos bien? ¿Nos ponemos alegres? ¿Aumenta nuestra autoestima? Piénsalo.
Imagen 7. Felicidad y satisfacción. Tomado de StockSnap en Pixabay.
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A solo un paso de tirar la toalla
Referencias
Brendon Hagler. 18 mar 2023. Dot matrix printer in action. Tomado ene. 2024 de https://youtu.be/4mJJ9tcBoDo?si=xKgVjvhEHERJoq2B
Scotty H. 9 feb 2013. Dial Up Modem Handshake Sound. Tomado ene. 2024 de https://youtu.be/VaWpi9o_hHI?si=BFEaaQZJWy-hlKdH
The Wales String Quartet. 26 ago 2008. Mission Impossible Theme. Tomado en ene. 2024 de https://youtu.be/XAYhNHhxN0A?si=_Aa37-5PRbr_FrzA