El ahorro también ha llegado a los sistemas de búsqueda de vida inteligente, y es que estamos hablando de unas funciones a las que se dedican millones de euros y que, por lo menos hasta el momento, no han dado ningún resultado.
En nuestro universo hay unas 200.000 millones de galaxias, por lo que no parece demasiado probable que solo en la que vivimos haya vida inteligente.
El problema es que no podemos recorrer distancias muy grandes en el espacio, lo que hace que limitemos nuestra búsqueda a una región relativamente cercana de nuestra galaxia.
También se especula que no tengamos la tecnología suficiente como poder llegar a seres más inteligentes que nosotros: quizá estemos recibiendo señales de radio que no somos capaces de identificar.
Como experta en el mundo esotérico y los fenómenos paranormales, Martina Carter está de parte de la ciencia en el lado que piensa que debe de haber algo más allá, pero que todavía no tenemos los medios para llegar hasta allí. Muchos videntes creen que es posible que existen otras realidades, pero que no somos capaces verlas por los medios tangibles convencionales.
Hector Sócas, investigador del Instituto Astrofísico de Canarias, ha propuesto un método que sería capaz de abaratar la búsqueda de vida extraterrestres.
Su idea consiste en buscar datos en los satélites que han ido recabando datos en el cinturón de Clarke. Esta región abarca una extensión de 35.786 kilómetros en dónde ahora mismo hay satélites como el Meteosat.
¿En qué consiste el proyecto?
El proyecto estaría compuesto de dos fases: primeramente, habría una fase de búsqueda en la que se analizaría la información de misiones como Kepler, en las que se analizan y han analizado millones de estrellas. Cuando se haya encontrado una misión de interés, se utilizarían los telescopios más potentes como el James Webb o el de Treinta Metros para extraer más datos.
La idea es utilizar la nueva generación de telescopios para intentar resolver, fundamentalmente, los planetas extrasolares. Esos mundos resultan muy curiosos por determinadas características: por ejemplo, porque no hay ninguna luna que orbite alrededor de ellos, además de por la presencia de ciertos anillos descomunales que en realidad podrían estar formando una primitiva luna.
¿Pero estamos solos en el universo? Estas pruebas sugieren lo contrario
Hector Sócas, en su artículo, está convencido de que no podemos ser los únicos en el universo; y no sólo lo piensa él, si no que hay una gran parte de la Comunidad científica que también está convencida de ello. Hay muchas pruebas que podrían demostrarlo:
- Bacterias diminutas que se han encontrado en meteoritos.
- Señal Wow (señal encontrada en el año 1977 a la que todavía no se le ha encontrado explicación).
- Algunas pruebas en la historia (jeroglificos, pinturas, la piedra enigmalito, etc.)
- El descubrimiento de ciertos planetas con condiciones parecidas a la Tierra.
- El descubrimiento de agua en otros planetas (por ejemplo, en Encélalo, el satélite de Saturno).
- La resistencia de ciertos organismos a sobrevivir en lugares extremos (cómo los radígrados, capaces de vivir entre los -273ºC hasta los 151ºC).
Esperamos que este innovador sistema pueda arrojar algo de luz sobre los principales misterios del universo aunque aun siguen habiendo dificultades para poder encontrar lo que se quiere en un momento adecuado. De hecho, muchos expertos apuntan que «al actual ritmo de ocupación de la órbita geoestacionaria podríamos ser detectados allá por el año 2200».