Manolo. En el sótano de la carrera 8ª número 18-27, en pleno centro de Bogotá, se encuentra un lugar repleto de vinilos, punto de encuentro de melómanos y coleccionistas que van en busca de una joya musical.
Para acceder a este pequeño lugar hay que bajar unas escaleras, se pasa una puerta y se encuentra de frente con más 20 mil vinilos de todos los géneros musicales.
Junto a los discos hay un equipo de sonido, discos compactos, cuadros y uno que otro cassette. A un costado se encuentra su propietario, Manolo Arias, o simplemente Manolo, como es conocido este comerciante de música con más de 30 años en este oficio.
Manolo, de estatura pequeña, cabello crespo y grandes gafas nos da la bienvenida y nos asegura que no es coleccionista y que no le interesa serlo, lo de él es vender música y los clientes son los que saben de artistas, canciones y géneros musicales.
“En mi casa hay unos pocos long play, pero son de mi esposa, ella es la que colecciona música romántica”, destaca Manolo, mientras se cuadra el sombrero que lleva puesto y posa para una foto con un disco de Pérez Prado que sirve para ilustrar esta nota.
“Aquí vendo desde un disco de música clásica hasta uno de carranga, sin embargo, lo que más busca la gente es rock y salsa”, asegura el hombre.
Cuando se le pregunta por el disco de una orquesta o un artista en específico, sabe exactamente en qué lugar de su sótano está, saca la carátula y desenfunda el vinilo que pone a sonar en el equipo que tiene a la entrada. “Hay que complacer al cliente, a mí lo que me interesa es vender la música y que la persona se vaya feliz con su vinilo”, asegura el hombre.
Manolo destaca que en su local no le hacen el feo a ningún género musical, pues cada uno tiene su sabor, su valor y alguien que lo busque. “Recuerdo a un señor que me dio un millón de pesos por un disco de colección de Iron Maiden, lo compré en un saldo de vinilos que me vendieron en una casa”, manifiesta el hombre.
“Aquí encontré un disco del Grupo Niche que fue grabado en Perú, era el que me hacía falta para completar la colección. Me gusta venir a este lugar porque los precios son módicos y se encuentran buenos discos”, asegura uno de los clientes.
Pero Manolo no solo se la pasa en el sótano repleto de discos esperando a sus clientes, también transita la calle 19 en búsqueda de algún gomoso de la melodía que quiera ir a esculcar y encontrar alguna alhaja musical que está escondida en su bunker.
@CeronBastidas