Perder la cédula puede ser más grave de lo que piensa. Más grave que perder su tarjeta débito, crédito o cualquier otro documento. Este plástico representa su identidad, pero no la protege como debería. En el momento en que cae en manos de los delincuentes usted está completamente desprotegido.

Es así como funciona. Una cédula robada implica una identidad que se escapa del control de su poseedor. Así es mi historia, que comenzó el 18 de julio de este año, cuando en un restaurante me robaron la billetera con todos mis documentos personales: tarjetas, licencia de conducción y por su puesto con mi cédula. Después de proceder a bloquear todas mis tarjetas y poner las respectivas denuncias, pasó un mes y medio en calma, hasta que el 14 de septiembre recibí una llamada de una entidad financiera para confirmar un pagaré para la compra de un vehículo… del que yo no tenía conocimiento alguno…

Rechacé esa transacción y fui personalmente para darme cuenta que se había pedido y aprobado un crédito para la compra de un vehículo a mi nombre: por 34 millones de pesos. Una persona había alterado mi cédula y había puesto su foto y su huella, haciéndose pasar por mí, había solicitado el dinero al banco, y no solo eso… con gran preocupación me puse a investigar en Data crédito y Cifin. Se habían reportado 17 consultas a centrales de riesgo y ya habían sacado dos tarjetas de crédito a mi nombre. El problema más grande, es que mientras estas personas tuvieran mi documento iban poder seguir haciéndolo. Tuve que darme a la tarea de ir a visitar banco por banco que salía registrado, cerrar mis cuentas y prácticamente bloquearme financieramente para que los delincuentes no pudieran realizar más transacciones con mis datos.

Todos los días dedico cerca de una hora y media a revisar data crédito en busca de nuevos movimientos fraudulentos con mi identidad, y tras casi 45 días de haber realizado la denuncia no tengo aún la citación de la Fiscalía. Es entendible, revisando las noticias sobre el tema leí que el año pasado la entidad llevaba casi 30 mil denuncias por falsedad en documentos solo en Bogotá, lo que demuestra que el problema lo viven miles de personas más.

 

¿Por qué sucede esto?

Las cédulas en Colombia no tienen mecanismos de seguridad que protejan efectivamente la identidad de las personas. Casi en ningún lugar se acostumbra a utilizar mecanismos de autenticación biométrica que permitan identificar a ciencia cierta que la persona es quien dice ser.

En este escenario, mi esperanza es que la registraduría acepte una solicitud formal que realicé para que me permitan cambiar mi número de cédula. Lo complejo de todo esto es que la ley colombiana contempla solo dos casos para poder realizar este proceso: tendría que cambiarme de sexo o cambiarme de nombre, ninguna de las dos opciones me parecen viables y creo que son un reflejo de los vacíos y las carencias en términos de seguridad de nuestros documentos de identidad nacionales.

 

África nos da el ejemplo

Sin duda, una posible solución podría ser implementar un mecanismo de seguridad en las cédulas (las contenedoras de nuestra identidad) similar al de una tarjeta de crédito o débito, emulando un caso como el de Camerún. En este país las autoridades decidieron reestructurar todo el sistema de identificación y fabricación de nuevos documentos para combatir el fraude y la suplantación de identidad.

Implementaron una tarjeta electrónica de identificación, esto es como una cédula con muchísimas más funciones. Es un documento que permite identificarlo de la manera tradicional, pero también le permite firmar y autenticar documentos electrónicamente, así como acceder a servicios de E-Goverment. Lo mejor de todo es que esta tarjeta podría desactivarse en caso de robo o pérdida igual que una tarjeta de crédito.

Si mi cédula fuera así, no tendría mayor preocupación y quienes la robaron quizás no habrían podido concretar ninguno de los trámites que iniciaron, habrían robado algo inservible. Pero la realidad es distinta.

Nuestra identidad debería tener mecanismos de protección más altos, siendo algo tan valioso y frágil al mismo tiempo. Más aún, la identidad digital también debe protegerse. No deseo que nadie pase por la incertidumbre por en la que me encuentro, más seguridad para las cédulas es la opción que propongo.