Según un artículo de la revista The Review, “muchos creen que el futuro de la raza humana depende de la capacidad de las ciudades para sobrevivir al rápido crecimiento. El desafío es llegar a convertirse simultáneamente en lugares más agradables para vivir y mejores en la distribución eficiente de los recursos entre un gran número de personas. En otras palabras, las ciudades tienen que volverse inteligentes.”

Estoy de acuerdo y no hay duda que las ciudades, si son inteligentes,  deben adaptarse a las necesidades de los ciudadanos para mejorar sus condiciones de vida e interacción y tienen algunas características que son muy importantes de tener en cuenta si es que algún día queremos que las nuestras, hagan parte de ese “club”.

Cuando se trata de construir una ciudad inteligente, el mayor esfuerzo debe estar en la estructura de la ciudad, de tal manera que sean espacios más agradables para vivir en los cuales prime una mejor distribución de los recursos entre la gran mayoría de los habitantes.

En Europa, por ejemplo, la ciudad de Ámsterdam tiene un programa de datos abiertos para mejorar la accesibilidad en la ciudad, y gracias a la inteligencia ubicua, el espacio disponible en el parqueadero más cercano, los taxis disponibles o las ciclovías, están a solo una aplicación de distancia, porque la ciudad recopila y entrega los datos a los ciudadanos.

Asimismo,  la tecnología móvil y de telecomunicaciones puede generar formas en las que el transporte público de una ciudad esté conectado a internet de tal manera que los buses y carros utilizados para esto puedan recibir una actualización en tiempo real de las rutas con menos tráfico y sugieran al conductor un cambio de camino según la información recibida. Esto será posible si a través de la Sim embebida (de la que ya hablamos en una publicación anterior) en el carro, y por medio de una conexión a internet, el automóvil pueda tener información de los otros vehículos movilizándose y tomar decisiones al respecto. Sería como si tuviera su propio Waze sin usar una aplicación móvil.

Otra característica de las ciudades inteligentes es la conciencia ecológica, que en la mayoría de los casos está enfocada en la ejecución de acciones para reducir la contaminación y en la promoción del uso responsable de energía. Imagine que todas las viviendas de la ciudad tuvieran acceso a un servicio de banda ancha para implementar sensores atmosféricos que permitan regular la temperatura de los hogares en la relación con el clima de la ciudad.

De hecho, hoy ya es posible  reducir el uso innecesario de energía por medio de sensores habilitados para apagar las luces cuando no hay personas haciendo uso de la misma. Además, el desarrollo de la tecnología por medio de la cual dos máquinas están conectadas entre sí, ha permitido el desarrollo de contadores de luz inteligentes puedan ser manejados a distancia para optimizar los usos de luz de distintos sectores en la ciudad.

La medicina también se verá favorecida por medio de sistemas integrados que con ayuda de la conectividad aportarán con soluciones para el manejo de una población que cada vez más tiende a envejecer.  La recolección de datos sobre las personas permitirá encontrar las formas adecuadas de mejorar las ofertas de servicios de los seguros y hospitales.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la implementación de las innovaciones implica la construcción de confianza en la población, a través del desarrollo de sistemas de seguridad informática que sean confiables para los ciudadanos y que les permitan entrar a esta nueva forma de vida que está tomando protagonismo a nivel mundial.

En este sentido, el artículo The Review resalta que una de las preocupaciones más apremiantes en cuanto a la implementación de las estrategias de ciudades inteligentes es la seguridad de la información, debido a los escándalos relacionados con los servicios de seguridad de E.U y Europa, así como por las organizaciones de “hacktivistas” que han despertado la conciencia de los peligros relativos a la recolección y manejo de grandes cantidades datos.

Por eso, es responsabilidad de las empresas y de los gobiernos locales comprometerse con la protección de los datos de los ciudadanos, para construir un ambiente propicio para el desarrollo de tecnologías que ayuden a la consolidación de iniciativas que buscan lograr que todo en la ciudad esté al servicio de sus habitantes, como debe ser si es una ciudad inteligente.

 

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