El Índice Mundial de Innovación, de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Ompi, presentó un seguimiento de la evolución de las últimas tendencias en este sentido mediante un nuevo rastreador de la innovación mundial, que contempló la incidencia de la pandemia por COVID-19.

A pesar de la ralentización de la economía global por causa de las cuarentenas, las restricciones de viajes, los impedimentos para mover mercancías y la necesidad de trabajar y estudiar desde casa, muchos países aumentaron sus presupuestos en innovación, una acción que vale la pena imitar.

El mismo presidente de la Ompi, Daren Tang, asegura que una de las maneras en que el mundo no solo se recupere por completo de la pandemia, sino que salga fortalecido, es mediante la innovación; su opinión es compartida por los países de la OCDE, que le apuestan a la ciencia y la innovación como la “única forma de recuperación”.

Durante los momentos más álgidos de la pandemia, que se pueden resumir en casi todo el 2020 y la totalidad del 2021, hubo empresas que metieron el acelerador en términos de innovación, como una de las grandes compañías de alimentos, que al ver que la gente tenía cierta desconfianza de consumir el pan de panadería y empacado, decidió lanzar una línea de pan precocido para hornear en casa.

Eso no solo les permitió a los consumidores disfrutar de un pan recién salido del horno para acompañar sus comidas, sino que les daba la seguridad de comer un producto libre de COVID-19.

De otra parte, en tecnología, un informe en el segundo semestre del 2021 realizado por la revista Forbes concluye que los servicios desde la nube fueron los que más se desarrollaron durante la pandemia.

La nube ya traía un ritmo de innovación interesante, pero el encierro de las personas y la necesidad de que el mundo siguiera funcionando hicieron que crecieran aún más la agilidad y la flexibilidad de la capacidad de cómputo desde Internet.

También avanzaron, por ejemplo, las teleconferencias por teléfono móvil asistidas por computador, las transacciones financieras, la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la telemedicina, las aplicaciones para mantener una buena salud mental, los servicios de entretenimiento por streaming y el ancho de banda en el hogar.

La suma de muchas de las tecnologías descritas atrás hizo posible el teletrabajo para la mayoría de empresas y que los colegios y las universidades no detuvieran sus clases.

Eso sí, en cuanto a la metodología educativa hubo un retroceso, como lo expone el profesor de Harvard y promotor de la ‘revolución educativa’ Frank Locker, quien señala que el estudio remoto, en la mayoría de países, incluido EE. UU., “hizo que nos devolviéramos 125 años”.

Locker explica que la no presencialidad acabó con los trabajos en grupo, en los que los estudiantes aprenden por su cuenta y se nutren entre sí; los maestros perdieron bastante manejo del aula de clase, y todo se redujo a asignar tareas y calificar, con muy poca motivación hacia el verdadero aprendizaje.

Por lo demás, aparte de las iniciativas mencionadas, se siguen haciendo esfuerzos por innovar en medio de las secuelas de la pandemia. Un ejemplo de ello fue la Semana de la Innovación, un evento organizado por la Cámara de Comercio de Bogotá e iNNpulsa Colombia, que les permitió a las start-ups exhibir creatividad y lo mejor de las nuevas tecnologías, y en la que muchos le apuestan a hacer las cosas de una manera distinta.

Nicolás Uribe Rueda, presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá, tiene razón al decir que es una semana en la que, desde la experimentación y el conocimiento, los participantes obtienen herramientas para aplicar la innovación como fórmula para el crecimiento empresarial.

Temas como el sector del turismo y las ventas minoristas, el uso de las licencias Creative Commons, las criptomonedas, los tokens no fungibles (NFT) y el poder de la creatividad fueron parte de la agenda, y esto abre los ojos de los emprendedores y del país al mundo que, durante la complicada coyuntura actual, cambia constantemente y hace que Colombia se mantenga alerta a innovar.

Pero no basta con quedarnos ahí; es necesario ajustar otros aspectos de la innovación en Colombia, como el hecho que la gran mayoría de investigadores del país, un 95,7 %, según el Informe Nacional de Competitividad 2021-2022, trabajan en la academia y tan solo el 2,5 % opera desde las empresas.

Esa alta cifra para la academia y baja para el mundo corporativo contrasta con la participación de los países de la OCDE, donde la carga está más equilibrada: 48,1 % de los investigadores prestan sus servicios desde el sector empresarial y 38,2 % lo hace desde las universidades.

Equilibrar la investigación es uno de los ingredientes para incentivar a que los diferentes sectores de la sociedad produzcan nuevo conocimiento y soluciones con el fin de mejorar el nivel de vida de todo un país, además de que es imperativo dedicar un mayor porcentaje de recursos a la innovación.