No sólo con golpes se castiga a la mujer. Hay muchas maneras de humillarla, denigrarla, destruirla. Hay insultos, hay silencios, hay abuso sicológico, hay presión, hay opresión, hay formas de decirle que no vale nada sin tocarla.

Las lesiones físicas son una prueba tangible de abuso y lo hacen más fácil de delatar, pero cuando no hay prueba física del maltrato, puede pasar desapercibido durante años, incluso para la víctima.

Criticar nuestra apariencia física es una de sus armas favoritas. Que si estamos gordas o flacas, que si la ropa que usamos es demasiado sexy o de monja, que si usamos mucho maquillaje o muy poco, que si el pelo está muy largo o demasiado corto. Los novios y esposos machistas se sienten con el derecho de decirle a “sus” mujeres cómo deben lucir.

Un hombre con quien salí hace ya varios años me criticó porque la falda que tenía puesta estaba muy corta y me hacía ver demasiado sexy, además le parecía que yo era coqueta. Lo mandé al carajo rápido. He visto con horror a mujeres cambiarse de ropa para complacer a sus parejas.

Escuché a un marido avergonzar a su esposa en público por verse muy gorda. Nos torturan criticando nuestro cuerpo, comparándonos con otras mujeres más bonitas. Usan la comparación con otras para denigrarnos y “ponernos en nuestro lugar”. Para que no seamos “creídas”.

Yo tengo un consejo: si a tu novio no le gusta tu cuerpo, tu cara, o cómo te vistes, ¡déjalo! ¡Nunca dejará de criticarte!

Carrera vs. trabajo

En muchas parejas que conozco la prioridad es la carrera del esposo y eso no se cuestiona. El trabajo de la mujer es complementario, algo para mantenernos ocupadas y ayudar a la economía familiar. Si es un trabajo de bajo perfil y donde no llame mucho la atención, mejor. Así no se sienten amenazados. Tiene que quedar siempre claro quién es superior.

Un alto índice de mujeres destacadas profesionalmente, pagan su éxito en la oficina con los cachos de su esposo en la casa. Esa es otra manera de castigarla. Humillarla poniéndole los cachos.

La carrera del hombre bien vale los sacrificios de toda la familia. El hombre tiene una carrera, en el caso de la mujer es solo un trabajo.

Incluso cuando la mujer gana más dinero que el hombre, lo que es cada vez más común, la carrera del hombre tiene prioridad. A menudo cuando ese es el caso, el hombre adopta una actitud crítica, listo a encontrar las “faltas” de la esposa.

La mujer casi tiene que probar que puede hacerlo todo y no fallar en ningún aspecto. Lo cual es obviamente imposible. Porque además, las tareas del hogar siguen siendo la responsabilidad de la mujer.

Humor con dardos

Nos denigran burlándose de nosotras. Nos infantilizan con comentarios que en apariencia son chistosos e inofensivos, pero en realidad son dardos para hacernos pedazos por dentro. “Corres como una niña chiquita”, “Las mujeres no saben manejar”, “Nunca vas a aprender a sumar 2+2”.

Esa es otra de sus estrategias, hacernos creer que no servimos para nada, que no hacemos nada bien, que nos vemos ridículas intentándolo. Hacernos sentir incompetentes en la casa o en el trabajo. Dirigirse a nosotras como si fuéramos niñas o tontas es otra manera de rebajarnos.

Ignorando lo que es importante para nosotras. Si sales con alguien que no te pregunta cómo te sientes, qué es importante para ti, a dónde quieres llegar, cuáles son tus prioridades ¡sal corriendo!

Con frecuencia las conversaciones de pareja giran en torno a lo que es importante para él y no para ella. Nos han hecho creer que para una mujer “buena” la prioridad es su familia y el bienestar de todos los que están a su alrededor, menos ella misma.

El problema es que muchas de estas actitudes son el resultado de lo que es aceptado y reforzado por la religión, la familia, la cultura en que crecimos. Nos parece normal que nos hablen como niñas y se burlen de nosotras. Estamos acostumbradas a pensar que ser dóciles y sacrificadas son virtudes femeninas.

El abuso emocional deja huellas invisibles y profundas. Acaba con nuestra autoestima, la fe en nosotras mismas, las ganas de vivir. Hay que romper con el mito de la mujer dócil y alejarse de relaciones que hacen daño.