Crecí pensando que el ideal de la mujer era estar casada y tener hijos. No me imaginaba la vida de otra manera. El centro de todo era el matrimonio y la consecuencia natural los hijos. Pensé que una vez alcanzada esa meta todo sería felicidad. Pues no.
El matrimonio no funcionó y la vida siguió. Durante años viví sola con mis hijos bajo la mirada preocupada de amigos y familiares. ‘Pobrecita’, me decían, ‘Ojalá encuentres a un buen hombre’. Porque una mujer que vive sola es percibida como una anomalía. ‘Debe ser que tiene problemas’. ‘Le falta un macho’. ‘No es capaz de levantarse un marido’.
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que el tiempo que he estado sola me ha fortalecido enormemente. Tener las riendas de tu vida, mantenerte de tu trabajo y ser la dueña de tu destino tienen un valor insuperable. En ese momento te das cuenta de lo fuerte que eres. De que eres capaz de más de lo que pensabas.
Estar soltera y sin pareja es también un estado ideal. Tener tu independencia, tu casa, tiempo para ti, poder elegir qué hacer y con quién. Dejar que se acumule el desorden. Ver el canal de televisión que uno quiere y poder cambiarlo en medio del programa sin consultar. Despertarse sola en la cama. ¡Qué placer!
Uno muchas veces está con alguien por miedo a la soledad. Vivir sola y disfrutar la soltería te permite elegir estar con alguien por las buenas razones, no por miedo ni por necesidad.
Claro que estar soltera y tener novio está muy bien. Tienes tu espacio y te ves con tu pareja cuando quieres, no estás obligada a compartirlo todo a todas horas. Puedes pasar un fin de semana con el amado y el lunes de vuelta a tu casa. No hay reclamos por las medias sucias tiradas en medio de la habitación.
No digo que la vida en pareja bien llevada no sea buena. Si tienes la suerte de vivir en pareja con alguien que te trate bien y quiere lo mejor para ti, es por supuesto maravilloso. Lo importante es sentirse con la libertad de elegir. No sentirnos condicionadas por las creencias de otros. No pensar que hay que conseguir novio para sentirse bien.
En realidad no hay un estado ideal, o mejor dicho, el estado ideal debería ser el que uno elige en un determinado momento mientras lo esté disfrutando. El estado ideal no dura toda la vida porque constantemente estamos cambiando. Lo ideal sería disfrutar el estado que estamos viviendo en su momento. No sentirnos mal por no tener novio. No comernos el cuento de que para estar completa necesitas tu «media naranja». Somos la naranja entera. Nacimos completas. La meta de la mujer no es casarse o estar en pareja. Dejemos de inculcarle eso a nuestras hijas.