Tengo una amiga que piensa que soy descuidada porque no me hago botox, ni me estiro la cara, ni me pongo inyecciones de relleno. No estoy diciendo que nunca lo vaya a hacer. Puede que cambie de opinión en algún momento. Pero no lo he hecho y me siento bien así. Con arrugas y todo.

Tengo arrugas en la frente y en el ceño. También se me hacen arrugas debajo de los ojos y alrededor de la boca. Por suerte no me las veo, porque ya no tengo visión 20/20. Y cuando las veo en el espejo o en otra mujer me gustan. ¿Cuál es el problema con que las mujeres envejezcamos? Es cierto que vivimos en una sociedad que idealiza la juventud, pero los hombres no tienen la misma presión que nosotras por verse jóvenes. Los hombres maduros y con canas son considerados atractivos.

A mi en cambio me parece sexy una mujer que no esconde sus años. Creo que al tratar de esconder las señales de la edad se notan más. Y no debería ser algo tan importante.

La obsesión por parecer más jóvenes nos oprime y esclaviza. Y es una batalla perdida, en todo caso. Los años vividos dejan sus señales y está bien tenerlas y mostrarlas. Los rostros sin líneas pierden la expresión.

La publicidad, nuestras creencias, todo a nuestro alrededor conspira para que busquemos desesperadamente lo imposible: lucir de 15. Cuando lo único que realmente podemos hacer es cambiar cómo nos sentimos frente a envejecer.

Una de las ventajas de envejecer es que los tipos no nos silban en medio de la calle. Ya no somos tan “apetitosas” y nos dejan en paz. ¡Ufff!! ¡Qué liberación! Otra gran ventaja es que no tengo ningún problema en dejarle saber a un tipo que no estoy interesada en sus avances. Ya no me invento un número de teléfono falso. Lo puedo mirar de frente y decirle “No estoy interesada, gracias”. Arriesgándome, claro, a que se ponga grosero o agresivo. Pero no me importa.

Hay muchas, muchas ventajas de ser más maduras y haber vivido. Una de ellas debería ser no darle tanta importancia a cómo lucimos. Sentirnos lindas como somos. Aprender a vivir dentro de nuestro cuerpo y sentirnos a gusto.

Si lo pienso, no quisiera volver a tener 20 años. Con cada año aprendo a sentirme más cómoda con quien soy. A aceptar mi cuerpo. A estar contenta y agradecida por mi vida y la gente que me rodea. Me conozco mejor y me siento más segura de mí misma. Sé cómo protegerme. Sé qué hacer un domingo lluvioso. Aunque no puedo decir que alcancé el nirvana, me gusta cumplir años y decir cuántos tengo. He luchado para llegar a donde estoy. Durante mucho tiempo me ponía incómoda con decir mi edad. Ahora digo orgullosamente ¡TENGO 50 AÑOS y me siento sexy!