Hace un par de años me propuse leer libros escritos por mujeres. En ese momento me di cuenta de que mi universo literario estaba constituido casi exclusivamente por hombres. Autores maravillosos como Pessoa, García Márquez, Cortázar, Camus, Vargas Llosa, Whitman, Dostoevsky, en fin, la lista es interminable. Pero me faltaba la mitad del universo.

Por supuesto había leído a Isabel Allende, mi ídolo (no existe esta palabra en género femenino), la voz femenina Latinoamericana reconocida mundialmente. No era consciente de ello, pero cada vez que leía un libro escrito por una mujer sentía algo muy profundo, una identificación, una fuerza interior que sólo reconocía en las letras de otra mujer.

En mi búsqueda he descubierto escritoras extraordinarias, que le han dado un nuevo sentido a mi vida. Dicen que uno lee para entenderse a sí mismo y para comprender el mundo. Estas autoras le han dado una nueva dimensión a mi universo.

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Entre mis favoritas están Chimamanda Ngozi Adichie, la autora nigeriana de Americanah, un libro fabuloso sobre las experiencias de una bloguera nigeriana en Estados Unidos. Joan Didion y su libro El año del pensamiento mágico, donde narra la muerte repentina de su esposo. Y Edwidge Danticat, autora haitiana, quien escribió The art of death, una reflexión sobre la muerte y su presencia en la literatura.

Cada vez que leía un libro escrito por una mujer sentía algo muy profundo, una identificación, una fuerza interior que sólo reconocía en las letras de otra mujer.

También La casa en Mango street de la mexicoamericana Sandra Cisneros, un relato desde la perspectiva de una niña de un barrio pobre de Chicago; Llamada perdida, donde la irreverente y divertida escritora peruana Gabriela Wiener cuenta las excentricidades de su vida; y no puedo dejar de mencionar La mujer rota de Simone de Beauvoir y El amante de Maguerite Duras, el relato sobre su adolescencia cuando vivía con su familia en Vietnam.

Está también Vida de Patricia Engel, hija de padres colombianos radicada en Miami. La carne, de la española Rosa Montero, una novela de suspenso que te mantiene con el alma en vilo de principio a fin. Y la brillante Amalia Andrade y su libro con ilustraciones Uno siempre cambia el amor de su vida.

Los libros constituyen el mapa de nuestra vida. Nos enseñan, nos permiten volar y conocer el mundo. Cada época de mi vida está marcada por las enseñanzas y observaciones de un libro. Los invito a descubrir sus propias voces a través de la literatura hecha por mujeres. Y a proponerse como meta este año leer muchos libros.