El plan de comunicaciones del alcalde no podría ser más agresivo y nos da una mirada en tiempo real al día a día de nuestro burgomaestre. A primera hora lo vemos en bicicleta llegando, a diferencia de sus predecesores, impecable, guapo, a la oficina. Apenas un rato después aparece sentado en los pupitres de un jardín infantil del distrito, abrazando a niños felices con sus delantales perfectamente planchados y sin marcas de pintura, disfrutando de estupendos salones que no habían sido ocupados por la ineficacia de los anteriores gobiernos. Podemos seguirlo luego en facebook live, arremangado limpiando y pintando algún monumento bandalizado con graffitis. Antes de finalizar la mañana una nueva foto aparece con el alcalde sonriendo, mientras inaugura alguno de los elefantes sin terminar por el anterior gobierno. Pasado el medio dia se traslada en Transmilenio (nuevamente coherente a diferencia de los políticos que le precedieron) y logra llegar sin contratiempos para abrir una nueva sala de algún hospital que estaba al borde del cierre por la corrupción o ineficiencia de las anteriores administraciones. A media tarde, en un pequeño descanso, el alcalde aparece en su despacho parado en la cabeza en una complicada posición de yoga, meditando y manteniéndose en forma, muy contrario a quienes ocupaban antes la oficina. Al finalizar la tarde, una nueva imagen del alcalde acompaña el comunicado prensa que anuncia las medidas que se han tomado para combatir el crimen y enfrentar las bandas que nos había dejado más de una década de ‘desgobierno’. Ya en la noche, una cámara lo capta (fresco y sonriente) en un evento social saludando a algunas celebridades del mundo cultural que visitan a Bogotá.
El reality viene acompañado con una interminable lista de anuncios que resaltan logros alcanzados por la presente administración: mejoras en las estadísticas de seguridad, avances significativos en la infraestructura, implementación de políticas de educación y salud, lucha frontal contra la corrupción y avances muy significativos en la administración del presupuesto. Todas las cifras se contrastan con los escuálidos resultados de la administración anterior. Y aún así, Gustavo Petro dobla a Peñalosa en favorabilidad.
Peñalosa apuesta a que, como ocurrió hace 16 años, los resultados de las encuestas cambien cuando los bogotanos vean los resultados de los logros alcanzados. Desafortunadamente, puede que en esta ocasión esto no ocurra, porque ahora los ciudadanos somos otros: hiperconectados, expuestos a conversaciones en redes sociales y con expectativas imposibles de satisfacer. No hay una tasa de homicidios y hurtos aceptable, no hay fórmula que cumpla las esperanzas de movilidad de los bogotanos y no va a existir un impuesto razonable.
Así las cosas, el respaldo de los ciudadanos ya no reposa simplemente en la imagen de los gobernantes, sino en la reputación de las instituciones que están a cargo de dirigir. La ausencia de una estrategia de reputación de la institución se empeora con la ruptura entre el líder (el alcalde) y la organización (la alcaldía), reflejados en la sobreexposición de Peñalosa y el énfasis criticar todo el pasado al precio de afectar la confianza en los miles de funcionarios que trabajan desde hace muchos años para el entramado de entidades que componen el distrito capital.
Muy apreciado alcalde Peñalosa: para sacar adelante los proyectos por los que lo elegimos, por favor priorice la reputación en vez de la imagen, enfóquese en transmitir a todos los grupos de interés que usted no está solo, muestre a los excelentes miembros que componen su equipo, y asegúrese de que cada uno de los miles de personas que trabajan para la alcaldía estén identificados con un proyecto de ciudad que no esté moldeado por las diferencias que tiene con un predecesor mediocre.