Quizás muchos estén cansados de leer y escuchar sobre la paz en Colombia por estos días, eso no quiere decir que no existan otros problemas, claro que los hay, eso no se discute ni se niega. Sin embargo, es inevitable seguir tocando el tema de la paz, mucho más ahora cuando hasta en el congreso de la república protagoniza gritos y provocaciones con este tema.

Definiciones de paz existen muchas, desde ópticas teológicas, políticas, de conflicto, entre otras. La Real Academia de la Lengua (RAE) señala una que vale la pena destacar en este artículo, donde se define la paz como la relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Una definición que pudiera caber en un país donde se concentran personas para realizar marchas pacíficas a favor del acuerdo nacional, donde jóvenes universitarios también se unen sin tintes políticos a tratar de empujar los acuerdos hacia una pronta solución y en donde indígenas se acercan a apoyar negociaciones tranquilas entre oposiciones. Inclusive donde el jefe de Estado toma una pausa para escuchar, dialogar y proponer como lo viene haciendo Juan Manuel Santos por estos días, sin saber lo que llegue a decidir este próximo viernes como conclusiones de sus encuentros con líderes del No. A pesar de eso, sorprende.

Pero qué vergüenza y qué bochornoso ver al otro lado del río al congreso de la república. Y hay que decirlo con nombres propios: la senadora Claudia López, Sofía Gaviria y la bancada del Centro Democrático (CD), quienes a gritos se tomaron la plenaria en el senado la noche del 11 de octubre para “restregarse” las victorias y derrotas del plebiscito por la paz. Fue tan bochornoso que hasta resucitaron al ausente y fue el centro de la pelea, el ex senador Juan Carlos Vélez, quien renunció recientemente al CD por su polémica confesión en la campaña por el No.

Hipócritas y mitómanos, fueron algunas de las palabras que se escucharon en el recinto. Qué triste que aquello de la relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos que dice la RAE para algunos quede en el papel. ¡Qué afán por llorar sobre la leche derramada!, cuestionar voluntades para hundir el proceso de paz con las FARC y alardearse con gritos, ofensas y juicios. ¿Ustedes pretendieron y pretenden ser llamados promotores de paz? Si es así, apague y vámonos. Porque lo que alguien tiene que hacerles entender a los congresistas es que este momento de zozobra necesita no gritos de pelea, sino de unidad, mesura y serenidad.

Si, es cierto que el No ganó, quizás también sea cierto que la campaña fue inadecuadamente promovida, pero también es cierto que los del Sí hicieron “triquiñuelas” y le vendieron al país un panorama negro si perdía el plebiscito por la paz y hasta donde se ha visto las FARC mantienen su voluntad y el cese al fuego permanece. Aquí hay de parte y parte. Y más que “sacar los trapitos al sol” y buscar responsables lo que se necesita buscar son soluciones, abriendo senderos para “hacerse pasito” con los que no tienen el mismo pensamiento.

Estimado parlamentarios, si en algún momento ustedes leen estas líneas el llamado es a reaccionar por lo que se viene, a encontrar puentes de comunicación y concertación. La guerra no solo la cantan los fusiles, también los insultos y las provocaciones que ustedes han protagonizado. Verdaderamente asusta que la polarización la sigan liderando ustedes quienes sin vivir en el campo y sin cargar el fusil despierten un arma más letal, el odio y el rencor.