Esa pregunta al parecer no es considerada por muchos, ni siquiera por los docentes que en grado 11 a sus estudiantes les llevan a plasmar sus proyectos de vida a corto, mediano o largo plazo. Nadie llega a imaginar que los gobiernos aplasten los sueños con ideales neoliberales y de derroche como el gobierno colombiano.
La actual propuesta de reforma tributaria deja algo claro que quien más tenga más paga. De los 27,6 millones de colombianos que reportan ingresos, 3,2%, que gana entre $2.975.300 y $3.471.183 al año, empezará a declarar renta en 2018, 3,8%, que gana más de $3.471.183, continuará obligado a declarar y un 43,3% que gana entre un salario mínimo y $2.975.300 no deberán pagar renta*. Eso está claro.
Pero, ¿quiénes son los que desde 2018 van a declarar renta? Unos son quienes se graduaron del bachiller con ilusiones de ir a la universidad, formarse en alguna profesión y mejorar sus condiciones de vida y otros aquellos que decidieron formalizar alguno de sus negocios y salir adelante con sus esfuerzos. Sin embargo una cosa los hace similares: ser asalariados y tener sueños.
Ser alguien en la vida y tener una posición es algo que económicamente cuesta y al lograrlo no solo queda la satisfacción, muchas veces el estímulo salarial también está detrás y a partir de ese momento las aspiraciones crecen, comprar un vehículo, ahorrar para una vivienda, brindar una buena educación a los hijos, aplicar a un posgrado, conocer un país en las vacaciones, entre otros sueños. De hecho, todo colombiano tiene una razón para levantarse todos los días y contar con sus recursos para alcanzar ese proyecto de vida.
¿Pero qué pasa cuando todo sube? La lógica dice que entre más ingresos se tenga mayores opciones existen de ahorrar o de invertir. Pero la lógica también dice que entre más se gane y más se gaste, pues menos opciones de ahorro e inversión habrán. Es por eso que hablar de IVA, impuestos o declaración de renta asusta, porque más allá de los números que le favorecen al hueco fiscal están los sueños que en los colombianos se van a retrasar, muchos no seguirán ahorrando para cumplir sus sueños, otros puede que se demoren más ahora en alcanzar lo que se propusieron y a otros no les va a alcanzar.
Y no alcanzará, porque desde lo más mínimo como la canasta familiar ya hoy día tiene una IVA que no permite acceder a bajos precios, sobre todo si a eso se le suman hechos como el reciente paro agrario donde el alza de precios fue notoria. Sin duda un reto más para “estirar el gasto” para los compatriotas. Nada raro será ver el deterioro de la calidad de vida (otro mal de la reforma), porque algunos tendrán que salir a buscar nuevos ingresos, ya sea con un trabajo o con esfuerzos adicionales con ventas informales o ventas por catálogo para no dejarse coger ventaja y alcanzar a cubrir los gastos.
Aun así es paradójico, porque el mensaje que queda es que entre más existan esfuerzos para salir adelante, más el gobierno buscará sacar dinero de los bolsillos de alguna manera (Colombia lleva 3 reformas tributarias en los últimos 6 años) y por ende los sueños cada vez serán más lejanos de alcanzar. Pareciera que el objetivo fuera detener el progreso y podar las alas para que la prosperidad financiera solo sea de unos pocos.
Pareciera también que la reforma tributaria dejara el mensaje que quedarse en el salario mínimo es lo mejor. No significando esto que al salario mínimo se le deba también obligar a declarar renta (ni más faltaba), pero lo mejor si se tiene una profesión y alguna especialización será entonces apuntar a trabajos donde el ingreso salarial sea menor de $2.975.300 para no declarar renta. Es decir apuntar a tener menos cada vez más.
Lo cierto aquí es que cada vez que el vehículo pretenda avanzar, siempre tendrá el palo en la rueda para forzarlo a dejar un poco de lo que con esfuerzo se consiguió.
*Fuente diario Portafolio.