La muerte del líder de la revolución cubana Fidel Castro la noche del pasado viernes despertó en la comunidad internacional mensajes de tristeza, lamento y admiración, pero otros se expresaron frente a este hecho con júbilo, victoria y sentimiento de libertad. Esto último siendo más polémico, llevando a la reflexión la pregunta: ¿Qué lleva a alguien a sentir placer por el dolor y sufrimiento de otro ser humano? Algo así como “sentir un fresquito”.
Sí, es cierto, Fidel Castro no era una pera en dulce. ¿Pero cuánta rabia contenida? ¿Qué ganas de venganza?
De lo anterior, fueron innumerables los tweets y memes que en las redes sociales se vieron, pero un ejemplo concreto fue el caso de la polémica politóloga María Fernanda Cabal del partido político Centro Democrático en su cuenta personal de Twitter que la llevó a ser tendencia nacional prácticamente desde el viernes que falleció Castro hasta el día domingo con trinos como:
Pero señora Cabal, ¿y usted por qué siente placer por el dolor y sufrimiento de otro ser humano? La respuesta quizás este en la alegría por el sufrimiento ajeno, un sentimiento universal, ya que todo ser humano lo ha experimentado en algún momento aunque lo niegue. Es algo que los alemanes han sintetizado en la palabra “schadenfreude” y que expresa esa alegría por el sufrimiento ajeno, sobre todo en circunstancias donde el sujeto que sufre ha cometido mal frente a otros y esto le lleva a despertar emociones negativas desde el desagrado hasta el odio por parte de sus opositores.
Fiesta en el infierno y mal que no dure 100 años, son expresiones que por ejemplo en el “schadenfreude” pueden llevar a percibir envidia o simplemente generar polémica para reducir el significado de otro individuo y tratar de sobresalir en medio de un escenario. Y nada extraño en figuras como Cabal, quien también celebró la muerte de personajes como el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y en quien no es raro escuchar este tipo de expresiones, ya que más que por ideas que le sumen a su cargo público, se ha vuelto más popular por la práctica del “schadenfreude”, aunque para ella sea un jocoso ejercicio y en el límite de lo permitido, lo políticamente correcto y el deber ser de una dama, no se dé cuenta de que en realidad refleja un signo de mediocridad, ya que alegrarse del mal ajeno nunca será bueno, por más que se hable del delincuente más peligroso o de un dictador que por 6 décadas hizo prácticamente lo que se le dio la gana. No está bien.
Murió Fidel, sí, así es. Errores, quizás mucho cometió, pero en este mundo donde la corriente humanística se está despertando no es de humanos dar victoria tras el dolor de otros. No queda bien y mucho menos en circunstancias donde el respeto por la expresión debe imperar en medio de un mundo plagado de guerra. Entonces, hay que decirlo, la posición de la politóloga es respetable, es su punto de vista, pero ¿le queda bien hacerlo siendo una mujer en un cargo público y quien dice estar buscando la paz? La paz empieza desde saber lo que se dice, cómo se dice y en el momento que se dice antes que minimizarlo a los actos.
No, no le queda bien, ni a María Fernanda Cabal, ni a los cientos y miles que salieron a las calles a cantar la victoria y el júbilo por la muerte de un ser humano. Si cometió pecado, si hizo daño y si fue una tirano y todo lo demás, es un asunto al que hay que pasarle página y mirar hacia adelante buscando el horizonte y bienestar del pueblo cubano tras esta situación y no limitarse a meter “el dedo en la llaga”, porque simplemente no se conoce el infierno a dónde mandaron a Castro y tampoco un ser humano tiene el poder de decidir el destino de otro ser humano y mucho menos juzgar el bien y el mal cual si fuera fuerza suprema. No queda bien.
Queda algo que aprender del “schadenfreude”. Existe y es real en un mundo competitivo, donde en el afán de ser productivos, tener lo que se quiere y ganar fama lleva a herir la fragilidad del otro. Es necesario pensar un poco más antes de hablar, antes de escribir y antes de actuar, ya que de aquello que tiene el corazón, habla la boca y cada acto muestra el reflejo y la esencia de lo que se piensa y lo que se siente, sobre todo en el hoy, donde las redes sociales permiten la libre expresión y que por su puesto se puede usar, pero guardando el límite de lo permitido, no a voz baja o callando las opiniones, ni más faltaba, pero si ojalá sin “schadenfreude”, porque existe, pero alimenta el ego y da opción de señalar, juzgar y herir la dignidad de los seres humanos.