En Colombia se ha venido dando cambio a algunas palabras del diccionario del sistema de salud. Ahora no se habla de autorizaciones médicas, sino de direccionamiento. No se habla de Plan Obligatorio de Salud – POS, sino de Plan de Beneficios en Salud – PBS. Tampoco se habla del No POS, se ha pasado a decir servicios no incluidos en el Plan de Beneficios en Salud o No PBS. Y tampoco se habla ya del odiado y temido Comité Técnico Científico, porque a partir de la resolución 3951 de 2016 se habla de “Mi prescripción” o simplemente: Mipres.

Esto, con ocasión de la ley estatutaria en salud, que en el nuevo vocabulario pasa a reconocer a los colombianos como sujetos de derecho y a partir de allí busca que obstáculos y dilaciones no sean el pan de cada día para el goce efectivo de la salud.

Y hay que hablar de dilaciones, porque este sistema producto de la ley 100 del 1993 se ha caracterizado por ello. Basta con revisar las cifras de aquel proceso llamado Comité Técnico Científico o CTC por sus siglas, donde según cifras del ministerio de salud en promedio cada mes se realizaban en Colombia 862.000 prestaciones a través de estos comités y de las cuales 84% correspondía a medicamentos. Sin embargo, en este trámite, el paciente dependía de la decisión de las aseguradoras o Entidades Promotoras de Salud – EPS porque desde el año 2006 se les dio potestad para “analizar las solicitudes formuladas por los médicos tratantes” y llevó a que pagaran justos por pecadores, ya que la Superintendencia Nacional de Salud asegura que entre el 2012 y el 2015 se acumularon 4.576 quejas relacionadas con estas decisiones.

Y ni hablar también de los recobros de las aseguradoras por estos servicios no cubiertos por el paquete de beneficios, porque una vez hecha la ley, hecha la trampa. El desfalco de algunas EPS llegó a tanto que no solo llegaron a presentar doble factura por estos servicios al Fosyga, sino que además cobraron servicios por supuestos afiliados de los cuales no debieron solicitar al Estado un solo centavo, como por ejemplo personas fallecidas, policías, militares y profesores quienes hacen parte de un régimen especial.

Pues ante este oscuro panorama para acceder a las tecnologías en salud, nace el mesías, el prometido por la ley estatutaria en salud para mitigar barreras y en cierta parte limitar el poder que este gobierno ha venido dando a las aseguradoras. Nace Mipres, la carta con la que el ministro de salud Alejandro Gaviria le ha apostado a recuperar la función rectora del Estado a este sistema. Y se habla de recuperar un terreno, porque se le dio al ratón el cuidado del queso con la conformación de los Comité Técnico Científico.

¿Cómo explicar que terceros tengan que decidir en un tratamiento que ya tiene una pertinencia de un profesional de salud? ¿Cómo entregar la salud de una nación a los trámites burocráticos de aseguradoras? ¿Cómo entender que una aseguradora demore un servicio de salud porque no tiene creado un código de servicio en su sistema de información? ¿Cómo limitar la autonomía de una profesión?

Mipres se ha convertido en el papel la esperanza de muchos, aunque también hay que decir que en el demonio de otros. Para los usuarios se trata de la oportunidad de salir del consultorio de su médico tratante con su código de servicio ante la prescripción de alguna tecnología que no haga parte del Plan de Beneficios y que cumpla unos requisitos mínimos de registro ante los entes de vigilancia. También significa la oportunidad de acceder en solo un día calendario a servicios prioritarios o cinco en casos no prioritarios. Es decir, cero tramitología y pronta respuesta.

Para los médicos la resolución 3951 habla de la oportunidad de respetar su formulación y porque no decirlo, la ocasión de montarlos al bus de la tecnología en salud y pasar de la formula escrita a la formula digital por medio de plataformas tecnológicas. Así mismo retomar las juntas médicas y las decisiones consensuadas. Para el ministerio de salud, existen 5.000 médicos registrados en la plataforma y en lo dicho en el diario “el colombiano” por Jaime Arias, presidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi) Mipres tiene opciones: “Es una plataforma muy buena. Me parece que no hay que afanarse tanto, poco a poco se ha ido progresando en su implementación. Es una excelente ayuda, pero debemos tener en cuenta que hay 100.000 médicos en Colombia que necesitan plazos, capacitaciones”.

Para las aseguradoras, la llegada del mesías ha significado el cierre de un capítulo con el CTC buscando dejar en cero la represa de respuesta que puedan tener. Así mismo la capacitación y empoderamiento de su personal operativo y el fortalecimiento de su red de prestadores para cumplir con los tiempos de respuesta. Aunque también significa mayor compromiso, pues la resolución que le da el ingreso a Mipres menciona como requisito del recobro un “documento soporte donde se evidencie la entrega del servicio o la tecnología en salud no cubierta por el Plan de Beneficios”. Es decir, ya no basta con radicar la factura y el direccionamiento. Debe soportarse el despacho al paciente del servicio.

Para el ministerio, la llegada de Mipres no solo significa volver a centralizar el dominio total de las tecnologías de alto impacto en el sistema de salud, lo cual es de aplaudir. Sino que adicional a esto les cae la responsabilidad de mostrar gestión en todos los frentes. Desde el mantenimiento y funcionamiento de la plataforma con el fin de evitar fallas recurrentes, así mismo el acompañamiento a toda la red hospitalaria y las Empresas Promotoras de Salud donde también se hace necesario el proceso de auditoria que permita identificar fortalezas y debilidades. Y no se podrá dejar de lado el tema de implementación, ya que con la resolución 3951 es claro que la codificación de servicios o la conocida clasificación única de procedimientos en salud (CUPS) ya es de total empoderamiento del ministerio, por tanto, también tendrán el reto de ser prontos en la validación de las tecnologías en salud que se requieran parametrizar.

De esta manera Mipres se convierte en la esperanza de que el sistema de salud, en medio de tantos escándalos tome un respiro y les permita a los pacientes, sobre todo a aquellos con enfermedades raras, huérfanas, infecto-contagiosas y crónicas acceder de manera más pronta y con menores obstáculos para el goce efectivo de la salud. Claro, queda mucha tela por cortar y quizás fallas también se verán. Se trata de situaciones que son naturales en una transición, sin embargo, el ministerio de salud deberá estar expectante frente al tema para que la sociedad vuelva a ver con los ojos de rector a quien verdaderamente debe tomar el “toro por los cuernos” y que permita en el corto, mediano y largo plazo este mesías no se convierta en un anticristo más para el sistema de salud colombiano.

 

P.D: El CTC no ha muerto del todo. Es irónico, pero en este país donde reina en las leyes la palabra igualdad, en la realidad no existe. No todos somos iguales. El régimen subsidiado sigue dependiendo de las tramitologías en este tema y de la decisión de las aseguradoras para dar o no un servicio. Amanecerá y veremos.