¿Hasta qué punto lo que creemos se nos vuelve en contra? Esta es una pregunta retórica si se suelta sin más en una conversación en un bar. Incluso, puede ser una forma interesante de caldear el ambiente en una cena familiar.
Pero, en sí misma, la pregunta nos está cortando perspectiva.
En junio pasado, la sección de noticias de la Universidad de Harvard preguntó al profesor Steven Pinker, qué cosa cambiaría del mundo en este momento. La respuesta es inquietante, por lo lúcida, porque puede ser un catalizador de cambio real. Pinker cambiaría la propensión humana a basar decisiones estratégicas en anécdotas, desde lo más personal a lo mundial.
Nos regala además una reflexión: “La política o el activismo guiado mediante eventos conspicuos, sin hacer referencia a los datos, debe considerarse como algo más cercano a los presagios, sueños, como si creyéramos que pasa porque Júpiter está con ascendente en Sagitario”.
Los datos nos dicen otra cosa
Solo citaré dos ejemplos para apoyarme en la idea de Pinker. Educación y desigualdad. Creemos que somos más estúpidos conforme pasan los años, aseguramos que esta generación (de la que hacemos parte), está desaprovechando la posibilidad de acceder al conocimiento.
Entendemos, (y esto también es una creencia), que la desigualdad va en aumento, que los ricos son más ricos, que los pobres siguen sin las oportunidades que merecen.
Creemos que el dinero no alcanza, bueno, eso lo vemos al fin de mes todos los que tenemos un salario promedio. Felicidades, estamos históricamente en lo cierto.
Mientras tanto, seguimos votando por la exenciones de impuestos, por reducción en la redistribución y el recorte de servicios sociales, en pro de tener un poco más de dinero sobrante. Error.
El siguiente gráfico es un poco feo, así que trato de explicarlo lo mejor que puedo (perdón si no lo logro) y por favor, darle a la lupita, que vale mucho la pena.
La convención es el coeficiente de GINI, y para que estemos todos en el mismo canal, si la cifra es más alta, hay más desigualdad económica, si es más baja, hay más igualdad de dinero.
Ahora, las barritas rojas son las que señalan el GINI que hay antes de la redistribución de impuestos, las azules el después. No voy a desgranar el gráfico, que habla solito.
Podemos hacer una crítica a Pinker, claro. Si pensamos en la historia de la humanidad tendremos que ceñirnos muchas veces a eventos, más que a tendencias. El periodismo en su ser es eso, por ejemplo. ¿Tenemos ahora las herramientas para estar más cerca de la realidad? Es posible que sí.
No obstante, lo que los sicólogos llaman sesgo cognitivo y que no es otra cosa que la forma en que nos da la gana de ver las cosas, seguirá ejerciendo poder sobre las decisiones.
Las percepciones, ahora más presionadas por lo que nos “influye” y nos recomienda un algoritmo, entran al juego como un punto de reflexión.
Asimismo, no perdamos de vista que, por ejemplo, Trump llegó al poder alterando la percepción de sus votantes, igual Salvini, y no vayamos lejos, Duque en Colombia lo hace también. Como si esto fuera un ejercicio de distopía constante.
Probablemente todo responda a la idea que tenemos los humanos del egoísmo y de la economía. Que las dos van juntas generalmente.
Dejo el texto de Pinker aquí, que es corto y que, si interesa, es bastante ilustrativo: One thing to change: Anecdotes aren’t data/ The Harvard Gazette
¿Qué opinan? estoy en twitter y en Instagram por si desean continuar el debate.