¿Cómo lograr un mejor vocabulario, una mejor ortografía, una mejor redacción? Leer por leer no es suficiente (¡tampoco lo es completar crucigramas, aunque ayuda!), es fundamental leer con rigor.
Años atrás, cuando aún era estudiante de colegio, me dispuse a leer La Torre Oscura (traducción de Jorge Luis Mustieles), de Stephen King. Había logrado comprender la mayoría de pasajes del primer capítulo. Sin embargo, al iniciar la lectura del segundo apartado, me topé con una frase cuyo significado no entendí a cabalidad.
Decía así: Había bajado por la ladera de la última estribación llevando del ronzal a su acémila, cuyos ojos estaban ya muertos y abombados a causa del calor.
La comprensión por contexto, como es denominada la lectura perezosa por una gran mayoría, no fue suficiente. Acudí al diccionario para entender el significado preciso de la frase.
De ese modo, añadí cuatro palabras a mi léxico:
Estribación: Estribo o ramal de montaña que deriva de una cordillera.
Ronzal: Cuerda que se ata al pescuezo o a la cabeza de las caballerías para sujetarlas o para conducirlas caminando.
Acémila: Mula o macho de carga.
Abombado: Que tiene forma esférica.
A partir de entonces, llevo a cabo un ejercicio: cada vez que leo una palabra desconocida, la anoto y busco su significado. También subrayo ideas y reparo en el uso de los signos de puntuación y las tildes. Cada lectura la acompaño de prácticas recurrentes de escritura, pues la práctica hace al maestro.
A modo de ejemplo, de lo que se puede aprender leyendo con rigor, reseñaré algunas de las expresiones o palabras que descubrí en textos literarios populares. Comenzaré por Harry Potter y el príncipe mestizo -o misterio del príncipe-, de J.K. Rowling (traducción de Gemma Rovira Ortega).
Si bien se trata de una obra dirigida a público adolescente, contiene recursos idiomáticos dignos de ser rescatados. Por ejemplo:
Impertérrito: Dicho de una persona, a quien no se infunde fácilmente terror, o a quien nada intimida.
En derredor: En circuito o contorno de una cosa.
Mirar de hito a hito: Fijar la vista en un objeto sin distraerla a otra parte. También suele emplearse para decir: mirar de arriba a abajo.
Del mismo modo, Las aventuras de Tom Sawyer, del escritor norteamericano Mark Twain (edición de Edicomunicaciones), nos revela numerosos tesoros del idioma. He aquí algunas palabras poco conocidas:
Perdulario: Descuidado, que pierde las cosas de forma frecuente. Vicioso incorregible.
Rapaza: Muchacha de corta edad.
Amén de: Además de.
Villorrio: Población pequeña y poco organizada.
Y qué tal si miramos algunas de las expresiones empleadas por Julio Cortázar, en Rayuela:
Catinga: Olor que algunas personas exhalan al transpirar.
Obús: Proyectil disparado por una pieza de artillería.
Alunado: Lunático. Malhumorado (en Argentina).
Papalina: Embriaguez, borrachera.
Bermellón: Color rojo vivo.
La enorme riqueza del lenguaje, y su uso correcto, permanecerá oculta a la vista de los incautos. Los errores de redacción no sólo responden a falencias del sistema educativo, también se deben a hábitos de lectura inexistentes o inadecuados. Reza un viejo refrán: más vale pájaro en mano que ciento volando. En este caso, más vale un libro bien leído que cien tan sólo ojeados.