“ Cuando una va de fiesta
todo es alegría
pero al otro día, todo le molesta”
“El alma de las fiestas”
El Gran Combo de Puerto Rico
El motivo, como la música siempre será un pretexto. Aquí tomamos porque si y porque no. Porque se nos murió la abuela política del novio de la suegra o por que nos nació el hijo. Porque conseguimos un puesto o porque nos botaron. Porque nos enamoramos o porque nos traicionaron. Porque ganó la selección o porque perdió. O porque empató. Incluso, porque no jugó. El lugar, como el motivo o como la música, también siempre será un pretexto. Pueden ser en esas reuniones adobadas con nostalgia y ron, nacidas del alma y horneadas a través del paso de los años, charlas con esos amigos que se guardan en lo más profundo de la alforja del alma, pero también esas reuniones en las que en medio de unas “ peas” espantosas nos decidimos por fin a decirnos aquello que nos hemos guardado por años o también aquellas en las que etiqueta se escribe con h de hipocresía. En un café, en un bar, en el club o en la tienda de la esquina. Siempre habrá un motivo, un lugar, una música y un pretexto. Y, obvio, una consecuencia.
“Siente en la cabeza profundo malestar
por tantos traguitos, que se quiso dar
prefiere pasar el día completo
metido en la cama y tomando café prieto”
Unas horas después, el jolgorio, la risa y las promesas de amistad eterna se han esfumado. Los hijos, los padres o la esposa deciden cuando es de día. Es ahí que empezamos a pagar las consecuencias. Es un dolor agudo, intermitente al parpadeo de los ojos, que nos recorre la cabeza ( o el cuerpo?, o las piernas? eso a la larga poco importa) que nos recorre y nos estremece y nos hace jurar que nunca más. Y es esa sed, que nos aprieta la garganta y que nos hace soñar con el Amazonas en cubitos de hielo. Y es esa tos, una tos lejana que va y vuelve y que cuando viene, entra en la cabeza como elefante en cristalería. La fotofobia se hace más aguda, todo es trópico y Caribe y el sol inunda cada centímetro de nuestro cuarto, cortando como cuchillo el tufo impenetrable que lo inunda. Y es ese escalofrío que apabulla desde el dedo gordo hasta el último de nuestros cabellos.
“En la fiesta habla hasta por los codos
Declama poemas que ya han oído todos
Se pasa bailando, siempre dando el show,
En Calypso y Salsa, él se cree el mejor”
Y quién pudiera creer, que eso tan malo, eso tan doloroso, ese camino de espinas, los médicos, con su frialdad a cuestas minimalisticamente lo denominen a secas “ incoordinación motora, dislalia, sueño permanente y deseo irresistible de ingerir liquido”.¡ Con seguridad, es poco para lo que se siente y se padece¡ Y agregan en tono sabio de abstemio absoluto que “el guayabo es sin duda una manifestación fisiológica del efecto del alcohol. El alcohol es absorbido por el intestino, circula por la sangre y se metaboliza en el hígado. Afecta luego el sistema cardiovascular, el Sistema Nervioso Central, se dilatan los vasos cerebrales y aparece la cefalea Y aún hay más: “ Se aumenta la frecuencia cardíaca, es decir aparece la taquicardia, se disminuye la presión arterial. En un primer momento es produce hiperglicemia- aumento en los niveles de azúcar- porque el alcohol tiene carbohidratos, pero luego aparece la hipoglicemia – lo contrario- lo que se traduce en malestar, temblor, sudoración, náuseas y vómito. Todo eso que suena tan feo, se siente peor.
“ La mujer le sirve caliente un caldito
y él sigue pidiendo, agua con hielito
jura que a la fiesta, él no vuelve más( lo dudo)
deje usted que llegue el viernes social
tu verás que él siempre…
Y es que el guayabo como las monjas, no tiene cura. Cada quien cree conocer la fórmula perfecta, aunque si existiera recibiría en conjunto el Nobel de la Paz, de Química y de Medicina y muchos otros premios más. Los abuelos decían que para evitarlo debían colocar el sombrero al revés en el paragüero. Otros afirman que lo mejor es consumir un vaso con leche antes de acostarse, si la “ incoordinación motora” lo permite. Que una aspirina y una tabletica efervescente antes de acostarse, que no tomar sin comer antes, que no revolver tragos, que no ingerir cítricos, que ingerirlos, que no exponerse al sereno,que “bajar” el trago con agua, que, que, que… Sin embargo, como el embarazo, el único remedio infalible contra el guayabo es abstenerse. Eso, sin embargo es difícil . Siempre habrá un motivo, un lugar o un pretexto.Y como el último trago es el que nos hace daño (o por lo menos eso decimos todos los enguayabados: “yo estaba bien hasta que me tome el último”) el guayabo aparece, para hacernos jurar que “ nunca más”. Y ahí no hay quien nos salve. Si acaso un caldito salvador, o una jarra de agua bien fría, o una bebida hidratante, o una “ bomba” de aspirina y alka seltzer, o un café cargado, o una limonada. Si embargo, el único paliativo cierto es la comprensión de la esposa, de los hijos, de la mamá, del papá. Comprensión, mucha comprensión. Hasta el próximo fin de semana que habrá otro lugar, otro motivo, otro pretexto…
“ La verdad es que después de esta juma
no me duelen ni las azucenas
el que me invite a otra fiesta, nos vamos
espérate que me bañe”