Estamos  llenos de gente importante, cómo negarlo. Gente que se hace rogar, gente que se hace esperar, gente que se hace llamar, gente que no cumple, gente que corre tras el éxito y algunas veces lo alcanzan. O por lo menos eso creen porque a la hora de morir o de entrar al baño, todos somos iguales.

Colombia, sin duda, puede tener el mayor número de gente importante por metro cuadrado: El celador que se cree dueño del edificio, el chofer de taxi que se cree dueño de la vía, el político que se cree dueño del futuro, el intelectual que se cree dueño de la verdad, el mamerto que se cree dueño de la profundidad, o el fashionista que se  siente dueño de la brevedad, el cajero de banco que se cree dueño de la bóveda, el funcionario de turno que retiene el cheque o embolata la firma porque se cree el dueño de la empresa, el operador de call center que se cree dueño de la vida de quien llama, el vivo que se cuela porque se cree dueño de una inteligencia superior, el pastor o el cura que creen saber todo lo bueno y todo lo malo, el gerente que pone citas y no cumple o pide propuestas que no mira, porque se cree el dueño del sistema. Gente importante.

 Capítulo aparte merecemos los comunicadores, que sabemos de todo y no sabemos de nada. En nuestro país, por ejemplo, muchos periodistas se han convertido en gente aparentemente fundamental. No por lo que investiguen ( que pocos lo hacen) no por lo que denuncien ( que pocos lo hacen) no por lo profundos que sean ( que pocos lo son) no por las buenas historias que cuenten ( que pocas lo son) no por los argumentos que expresen ( que pocos los tienen). Seamos realistas. Son importantes por la capacidad de alharaca que tengan, porque nada le teme más un político corrupto, un funcionario venal, un alcalde incompetente, un ex presidente con agenda oculta, que la  gente se entere. Aquí se le tiene más miedo al qué dirán que a la acción de la justicia. Por eso, nuestros periodistas se han convertido en gente muy importante que por lo demás se siente en el derecho de ser invitado, de ser ensalzado , de ser juez, de ser parte, de ser catón de la moral, de ser gato y ser ratón. Líderes de opinión se llaman o influencers como pomposamente se denominan a sí mismos los libreprensadores de las redes sociales que se llenan la boca de agua hablando de fans y seguidores. Pero no nos digamos mentiras: fanáticos los de los Beatles y seguidores los de Jesucristo. Los demás somos unos mercachifles.

 Tal vez nos sobre gente importante y nos haga falta gente significativa…

@malievan

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