Si todo sale como muchos esperamos que salga, en marzo firmaremos un acuerdo de paz, que obviamente no será el final de la guerra, sino por el contrario, el comienzo de la más dura de todas las batallas: la de la inclusión, la del perdón, la de reconocernos y aceptarnos como diferentes.

Sin embargo, no podemos olvidar que estamos en Colombia, por lo que estos seis meses que vienen serán tal vez los más duros de nuestra historia, porque todos vamos a intentar sacar ventajas en los últimos estertores de la guerra. Es como un tubo de crema dental al que se exprime y se exprime, se le da vueltas, se le restriega el cepillo, hasta dejarlo sin nada, porque no hay que llamarse a engaños, los colombianos somos ventajosos, vivos y aprovechados, oportunistas y abusivos.

De una forma u otra, en estos seis meses, nuestro país funcionará como un Transmilenio en plena hora pico. Unos haciendo la fila y otros, los más vivos, se saltarán todas las barreras, empujarán, putearán, pondrán zancadillas, insultarán, meterán codo, con tal de colarse y coger silla. Otros, saltarán a la vía, bloquearán el sistema, tirarán la piedra y esconderán la mano y las víctimas, como siempre, serán los otros, porque el matoneo como la mala leche, no respeta pinta.

Las Farc, el Gobierno, los militares, los medios, la iglesia, Santos, Uribe, Vargas Lleras, el Procurador, el Fiscal, el Contralor, Petro, Fajardo, los empresarios, Maduro, Correa, Castro, Obama, la Academia, los vendedores de humo, los tuiteros, los vendedores de camisetas, y los ciudadanos del común, intentaremos sacarle la última gota de leche a esa vaca. Las Farc, el Gobierno, los militares, los medios, la iglesia, Santos, Uribe, Vargas Lleras, el Procurador, el Fiscal, el Contralor, Petro, Fajardo, los empresarios, Maduro, Correa, Castro, Obama, la academia, los vendedores de humo, los tuiteros, los vendedores de camisetas, y los ciudadanos del común, nos frotamos las manos al ver el ternerito al que todos llaman posconflicto.

Y es que los colombianos no vemos la paz como un propósito, sino como una oportunidad. Una oportunidad de hacer negocio, de lucrarnos, de sacar ventaja, de obtener réditos, de lograr indulgencias con avemarías ajenos. Por eso, sin duda el que viene será un abril raro porque ya no tendremos excusas, ya no habrá un enemigo al cual echarle la culpa, un trompo de poner para acusarlo de nuestras desdichas, un pretexto para no hacer lo que nos toca. De una forma u otra tendremos que enfrentar de una vez por todos nuestros demonios y esa será la verdadera guerra. Un abril raro, o tal vez el comienzo de una primavera…

@malievan

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