En realidad nos gusta pasar bueno pero nos llena de culillo intentar prolongar el orgasmo de la tranquilidad y tal vez por eso le apostamos todo a pasar una feliz navidad sin entender que de lo que se trata la vida es de pasar más noches buenas.

Nos hemos vuelto expertos en aplazar los buenos sentimientos hasta diciembre como si en esos treinta y un días, le diéramos vacaciones a la amargura que nos acompaña el resto del año, como si la miseria humana que nos marca, desapareciera por encanto con la explosión de los primeros voladores, como si el atragantarnos de buñuelos y natilla, nos cambiara la existencia. Los vientos de año nuevo y navidad nos llenan de sentimientos compasivos, de intentar que todo vaya bien, de olvidar los malos ratos y soñar con los buenos que vendrán. De perdón y olvido, de borrón y cuenta nueva, de reintentarlo, de reinventarlo, de ver todas las cosas como una explosión multicolor. Y eso está bien. Lo raro y lo chistoso es lo que pasa una vez empieza a correr el nuevo año.

Como río desviado por terrateniente de la Costa, todo vuelve a su cauce. Los viejos odios reaparecen recargados, los temores se acrecientan, las deudas se hacen impagables, las buenas intenciones se evaporan, los propósitos se olvidan, las disculpas se reinventan y la pequeñez de nuestro corazón, retorna engrandecida. En fin, la malparidez, como hijo pródigo, regresa a casa. En enero vuelve nuestra alma chiquitica, la nadería de nuestros sentimientos, la trivialidad de nuestras luchas, la futilidad de nuestra antipatía y la banalidad de nuestra ideología.

Y es que no se trata de renegar de diciembre, con todo y su pavo desabrido, sus anchetas de galletas y vinos de dos pesos para los porteros de edificio y ropa usada envuelta en papel de caridad. No. Por el contrario, tal vez de lo que se trata es de no gastar todo el afecto en navidad, ni todas las buenas intenciones en año nuevo, sino esparcirlo suavemente a lo largo de la vida, lo que no nos quita el gusto, ni mucho menos, de aplicar a cuentagotas, los odios que llevamos. Intentar vivir más noches buenas y de saber que al final, cada día es año nuevo. Entender que el arroz de leche no solamente es bueno en navidad…

 

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