Dicen que el poder embriaga, pero lo realmente duro es el guayabo, sobre todo si uno es el dueño de la fiesta al que todos goterean, al que todos adulan, al que todos le soban la chaqueta, mientras dura el trago y la comida.
Pero siendo realistas, los colombianos somos poco dados a quedarnos a ayudar con el desorden y nuestra solidaridad termina cuando se acaba hasta el agua de los floreros y en la casa de enfrente empieza a sonar música mejor. Y es entonces cuando el artista principal se va quedando solo, tal vez acompañado de dos o tres borrachos vomitados y esa sensación de impotencia y soledad, esa agonía de sentir que ya no es importante para nadie.
Y es que para ser justos, tal vez no existe mayor tristeza que la que produce el vacío de poder, pero también, no existe mayor muestra de cinismo y poquedad que sentarse a hablar de lo mala que está la nueva fiesta y de lo tonto y aburrido que es el anfitrión recién llegado.
Nuestros políticos son expertos en proponer cosas que nunca concibieron, en dar opiniones que nadie ha pedido, en meter la cucharada sin permiso, en hacer la paz que nunca hicieron, en entender problemas que escasamente vieron, en pontificar del metro que nunca construyeron, en exponer soluciones que poco implementaron, es descubrir pócimas mágicas que a nadie ofrecieron, en posar de sabiondos acerca de líos que ellos mismo se encargaron de crear. Viuditos de poder, de izquierda y de derecha.
Nuestros políticos no conocen la palabra retirarse y sin importar lo chamuscados que se hayan despedido, siempre reaparecen vociferando su papel de salvadores. Se miran sin vergüenza en los espejos y se tragan sus mentiras, se engordan los bolsillos y se convierten en aliados de los que ayer defenestraron. Lo importante para ellos, es no es soltar la teta del poder, así sea por los lados, porque saben que nuestra memoria es débil pero su cinismo es puro músculo.
Son unos verdaderos caraduras, una especie de grano en las axilas, una manada de hienas que a pesar de lo feas que se saben y la escoria y la mierda que se comen, siempre parecen sonreír…
¿Y qué tal si se dan una pasadita por @malievan ?