A Gina Parody se le tienen montada por gomela, por mujer y sobre todo por homosexual.
Al ver las pancartas de la manifestación contra la ministra, escuchar los mensajes de odio y sobre todo, ver cómo somos el único país de mundo donde se unen las iglesias, la godarria, el señor Procurador y sus secuaces, los del Centro Democrático, con un poco de personas realmente preocupadas (todo hay que decirlo) con la única intención de hacerle matoneo a Gina, tenemos la respuesta al por qué nos va como nos va.
Sin duda somos un país enfermo porque acá cualquier baboso se siente con derecho a insultar, a ultrajar, a vilipendiar, a despreciar y a humillar. Somos matoncitos de barrio, de esos que se envalentonan cuando van en grupo o están escondidos detrás de una pared, una pancarta o una cuenta falsa en internet, porque además de abusivos somos tapados, patéticos e hipócritas.
Soy de esos católicos que comulgan sin confesarse, creo en Dios y rezo como muchos, pero ver a los jerarcas de la iglesia promoviendo un matoneo a una persona, sí me causa un poco de rasquiña, porque como dice mi hermano, la homofobia, no tiene cura. La pederastia, muchas. También me produce escozor ver a otros pastores y a creyentes de otras religiones sumándose a la poco viril tarea de estrujar a la ministra. Y bueno, del señor Procurador y del Senador expresidente, no es de extrañar. Qué bueno sería verlos marchar para protestar por la calidad educativa o por las escuelas que se caen o por los subsidios escolares que se roban.
Parody se ha equivocado y como política que se respete mezcla sus intereses personales con su actividad al frente de un cargo público. Que como gay confesa le interesa airear estos temas en la cartera que tiene a cargo, ¡obvio!, independiente de sus bondades. Pero como ella, lo hacen todos, lo hacemos todos, porque estamos acostumbrados a sacar ventaja de nuestro cuarto de hora, sin que eso esté bien o esté mal.
En realidad poco debería interesarnos lo que haga debajo de sus cobijas de satín o si le gustan las mujeres, los hombres o los tríos, o si la enjabona una mano femenina. Lo verdaderamente importante debería ser la cobertura educativa, la calidad de lo que enseñan, la infraestructura que se cae, los maestros que no educan. Sin embargo, para eso no se marcha.
Tal vez todo será distinto cuando nos preocupe menos la forma en que los otros adquieren sus sudores…