Terminó la guerra pero empieza la batalla. En los próximos cuarenta días con sus noches, nos veremos enfrascados en una de las más crudas peleas que ha vivido este país. Como en las viejas peleas de lucha libre bogotana será un combate cabellera contra cabellera y todo vale.
Debemos estar preparados para mentiras grandes y chiquitas, medias verdades, medias mentiras y sobre todo elucubraciones filosóficas acerca de los beneficios o los males que vendrán si votamos de una u otra forma. Como es de suponer, las ficciones y las falsedades vendrán de lado y lado porque como en pelea de gamines, acá no se pierde puñalada.
Yo, que desde chiquito he sido una maleta para las tildes, he terminado por entender su importancia. El sí tildado es un adverbio de afirmación y es el que nos propone este gobierno. Es decir, la propuesta es aceptar lo ya firmado, hacernos los locos con lo poco o mucho que no nos guste, tragarnos los sapos que en algunos casos serán grandes dinosaurios para creer que la paz y la prosperidad están a la vuelta de la esquina, que ocho o diez curules saciarán el hambre intensa de una guerrilla que de campesina tiene poco y que los cientos de pobres y vaciados que aún la integran, empujarán una economía en cuarentena.
El si sin tilde es una conjunción condicional y es en el que está una gran franja de opinión que piensa que la paz es buena, que la paz es saludable, que se pueden cambiar cosas, pero otras no, que podemos ceder en tal o cual cosa pero en otras no. Es lo que las mamás llamaban en su época no tragar entero.
El no, no necesita tilde porque es la negación de todo porque así se cree firmemente, porque los han robado, matado o secuestrado, o porque lo dice alguien y porque se entiende que lo mejor es acabar con el otro a punta de bala y de cañón, porque la guerrilla ha hecho mucho daño y porque la única paz posible es la que está en su cabeza.
Vendrán cuarenta días y sus noches llenas de debate en lo que lo ideal sería que todos nos leyéramos con juicio lo acordado. Pero no nos digamos mentiras, eso nunca va a pasar porque los colombianos somos vagos y perezosos y nos gusta todo masticado y porque los del sí tildado votarán sí (o votaremos) porque creemos que es hora de que cesen los fusiles, así no nos guste la guerrilla y los del no votarán no porque creen que estamos a la puerta de ser una nueva Venezuela, o porque Uribe lo dice o porque no puede haber paz sin impunidad. Los del si sin tilde, o no votarán, porque creen que con su voto nada cambiará o votarán sí o votarán no por la belleza de las cuñas de uno o de otro o por el nivel de la mentira que se traguen del gobierno o de la oposición.