Sobra decir que voy a hablar de Linkedin desde mi experiencia. Así como hay gente que obtiene silla roja en Transmilenio en plena hora pico, a otros nos toca apretaditos en la puerta a las 5 de la mañana. O sea que hablo por mi.

Dice su historia que “Linkedin es una comunidad social orientada a las empresas, a los negocios y el empleo. Partiendo del perfil de cada usuario, que libremente revela su experiencia laboral y sus destrezas, la web pone en contacto a millones de empresas y empleados. Fundada en diciembre de 2002 por Reid Hoffman, Allen Blue, Konstantin Guericke, Eric Ly y Jean-Luc Vaillant,1 fue lanzada en mayo de 2003”.

Yo me entusiasmé con esta red hace dos años largos, porque me dejé convencer que no es que a uno no lo vean sino que uno no se sabe mostrar. Para mí, que he trabajado independiente más de la mitad de mi vida, tener un lugar en el que pudiera aumentar mi pobrísima red de contactos, resultaba atractivo. En fin. El caso es que creé mi perfilito, con una foto más o menos decente, diciendo las muchas cosas que había hecho, los logros que había tenido, guerras ganadas hace años y que en la actualidad ya no cuentan. Vi perfiles atractivos para lo que quería, pasando por la pena de que el mirado se daba cuenta, porque revisar un perfil ajeno en Linkedin es como si lo pillaran a uno saliendo de un motel. Y los “pedí”, ya que para ser aceptado, toca contar con la bendición de esa persona. Como mi calvicie, nunca supe cuándo pasó, pero hoy creo que tengo algo más de seiscientos contactos, un verdadero récord para una persona como yo que solamente tengo un par de amigos, dos hijas que me aman, una familia que me quiere algo más de lo que les reconozco, una tía con alzheimer y dos o tres personas más.

Los perfiles de Linkedin están llenos de guerras ganadas hace años y que hoy ya no cuentan

Yo la verdad creo que no he terminado por entender esta red y tal vez ya no lo voy a hacer. Como diría mi amigo Adrián Peláez (@paisa7), un verdadero experto en el tema digital, Linkedin de lo que se trata es del networking. Yo lo único que entiendo es que es un grupo de personas que saben y hacen unas cosas que le pueden interesar a otras, en un verdadero intercambio de conocimiento. Paja. Física carreta. Yo me la paso viendo ofertas de trabajo que NUNCA son contestadas y que solamente sirven para ampliar la base de datos de las empresas reclutadoras y llenar de desilusión a las personas que lo necesitan o solicitudes de personas que están en una “búsqueda activa de empleo” un eufemismo para decir que están varados, y talleres, porque Linkedin es como el Siete de Agosto en Bogotá: sólo talleres. Para decirnos la verdad, conseguir una oportunidad laboral en esta red después de los 30 años, es lo que los católicos llamamos fe.

Me he topado con profesiones que no tenía ni idea que existieran porque en realidad son las mismas de siempre pero con otros nombres capaces de descrestar a los ingenuos. Incluso yo, llegué a utilizar sutilezas como decirme especialista en vez de decir con una especialización, que es la misma diferencia entre el amor y el sexo ya que la primera quiere decir que uno sabe de algo porque tiene la experiencia pero no ha pasado por la universidad luego del grado profesional y el otro, que tiene el título de posgrado pero tiene muy poca práctica. Y eso para no hablar de los diplomados, maestrías, MBA y miles de títulos más con los que se busca chicanear, porque todo hay que decirlo, Linkedin es como un Facebook pero de oficios y carreras universitarias, es decir, un verdadero tendedero de egos. Para completar, Linkedin reproduce el viejo esquema según el cual el trabajador y el profesional van por un lado y la persona va por otro. No se atreva nunca a publicar algo que no sea de su trabajo o algún sesudo comentario sobre liderazgo o marca personal porque corre el riesgo que la cofradía actúe como una verdadera horda y le caiga encima por utilizar la red para lo que no es.

Linkedin terminó siendo un tendedero de egos profesionales

Debo reconocer que soy muy mal usuario de está red, empezando porque soy de los que digo Lin-ke-din y no linkt in como dicen los expertos. De pronto es por eso que me ha ido mal. El problema no es la red, que debe ser muy buena, sino yo, que no la sabe usar, pero es que por lo menos en Twitter conocí gente diversa, cada una con más de ciento cuarenta caracteres, pude decir lo que se me vino en gana, incluso mis pensamientos más oscuros, pero en Linkedin todo es asepsia y corrección y yo no soy ese. No tengo inglés, ni tengo posgrado y para completar tengo 54 años bien vividos ya que un día decidí que lo poco que ganaba y el poco tiempo que me quedaba como empleado, estaban mejor invertidos trabajando desde casa, lo que me permitía la crianza de mis hijas, a las que me dediqué sin descanso, lo que sin duda ha sido lo mejor que he hecho en toda mi existencia, mi logro más significativo, pero da la casualidad que eso no lo puedo poner en mi perfil profesional. Yo cuando escribo, lo hago buscando gente que me quiera, pero en Linkedin sólo hay gente que te puede servir de alguna forma y por eso estoy en el lugar equivocado.

Ya me salí de Facebook y de Twitter, estuve en Tinder hace unos tres años largos y no me dijeron ni siquiera feo, voy camino a renunciar de Linkedin y estoy probando otra vez con Instagram, pero con seguridad será por poco tiempo, por lo que estoy llegando a la conclusión que el antisocial soy yo, porque Netflix no cuenta como red, ya que estar afiliado es como pertenecer a una secta de seres insomnes que buscan la redención a las tres de la mañana.

Me rindo. Me declaro mamado de networking y de marca personal, de perfiles aseados y de CEOS de empresas de dos trabajadores, de headhunters y coachs ontológicos, de expertos marketeros y comunicadores consumados, aunque tal vez, lo que estoy es angustiado y lo que busco es desquitarme.

 

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Seré breve

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