Los colombianos siempre nos hemos sentido orgullosos de nuestro periodismo. Yo mismo, que tengo esa profesión, lo digo con cierto tufillo de arrogancia. Sin embargo, eso no debería cerrarnos los ojos a la realidad que estamos viviendo con dos situaciones particularmente críticas: La propiedad de los medios está influyendo de manera decidida en los contenidos que se producen y la casi nula creatividad y rebeldía de muchos de los comunicadores que hoy allí trabajan.

Intentaré no generalizar, pero frente a la primera, hay que decir que los medios en Colombia y en el mundo, siempre han tenido dueños y los dueños siempre han tenido intereses económicos o ideológicos. Sin embargo hoy, con los afanes que nos trae la modernidad, esa frontera  entre el bien común que debería representar de alguna manera la profesión y el bien privado, que defiende las bondades de la libre empresa, se ha borrado y  uno como público ya no sabe o no entiende qué es qué. En Colombia por poner algunos casos: El Canal RCN, por las razones que sea, tomó partido por una línea ideológica y la enmascara en una mal disimulada imparcialidad que nadie cree. Igualmente, ataca o defiende, según su conveniencia, todo aquello que tenga que ver con la industria azucarera o las bebidas gaseosas, por citar unos ejemplos. Caracol Televisión, por su parte, defiende una visión de país a la que solamente parece gustarle las tetas, los goles y los narcos. Las cifras de su rating parecen darle la razón. En esta canal es casi impensable que se hable mal de la selección Colombia o de los ciclistas en el Tour o en la vuelta a España, por la sencilla razón que en las transmisiones que ellos realizan, está parte del billete que se ganan. Son conocidos los audios del Gerente de Blu, cuadrando entrevistas con Roberto Prieto, o los audios de la investigación por falsos testigos en la que los implicados hablan del papel que jugaría RCN en el entramado. Y así podríamos seguir citando casos como El Tiempo con los negocios de Luis Carlos Sarmiento, o El Espectador con los de los Santo Domingo. O La W,  Olímpica, o Semana, o todos.

Los dueños de los medios están influyendo en los contenidos que emiten

En esa misma línea pero en sentido contrario, está la nula iniciativa, que raya casi, casi en la incompetencia con la que nuestros periodistas abordan el poder. Con escasas excepciones, no se cuestiona, no se investiga, no se constata no se contrasta, no se confirma, no se verifica, no se controvierte, no se debate, no se discute, lo que dicen los poderosos. Da grima ver, una rueda de prensa con el expresidente Uribe, donde todos salen regañados, presurosos a perifonear lo que el hoy senador quiera decir, porque en el fondo todos saben que el que se atreva siquiera a musitar una palabra en contrario, será intimidado, reconvenido, malencarado y amedrentado por el eterno presidente. Y no es porque sea Uribe, que también, porque él es de esos personajes que se preguntan y se contestan, quien decide si una pregunta es relevante o no, si la contesta o no, sino porque se nota mucho el miedo y el servilismo con que este periodismo encara a los que detentan algún grado de poder, en contraposición  a cuando se le pregunta a los humildes o a las víctimas. Es entonces cuando cabe el interrogante: ¿ será que el periodismo debe estar al servicio del status quo de la sociedad o por el contrario debe ser un elemento dinamizador? ¿Será que la función del periodismo es la de acomodarse a la sociedad y no la de ponerla en duda, es decir en repensarla constantemente?

La ruedas de prensa de Uribe, siempre terminan en una alocución expresidencial

¿Y nosotros como público qué papel jugamos? Porque tampoco es que ayudemos mucho ya que asumimos como verdad todo lo que nos dicen.Nos gustan más los chismes  y la banalidad, que el análisis crítico de sus contenidos. Pedimos a gritos nuevos programas y nuevos formatos, pero nos encantan los realities, los reporteros de la noche, los videos de robos en supermercados y las narconovelas.  En esa medida, no es de extrañar todas las cosas que nos pasan porque los gatos guardianes están de amiguetes con los ratones a los que deberían espantar.

 

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