Somos un país muy particular, no hay duda. Que hagamos una votación para que no nos sigan robando es algo insólito, pero que perdamos es peor.

Somos un país de tramposos, bribones, pícaros, ladinos y como si fuera poco, de taimados. No hay contratación pública que no se roben, ni presupuesto que no desfalquen. El soborno, el fraude, el engaño  son pan de cada día.  La trampa cotidiana no tiene  color, ni raza, ni edad, ni lugar de origen. Sin embargo, lo peor no es eso, porque  nos hemos metido en la cabeza que el problema es de los otros y  que colarnos en el Transmilenio, robarnos la señal de cable, pagar una mordida para evitar el parte, echarle agua a las naranjas, no hacer nada en el trabajo, copiar en los exámenes, torcer las verdades, comprar música pirata, meter una moneda falsa a los mendigos y  hasta fingir los penales , los orgasmos  y el dolor, no hacen parte de una misma tragedia. La corrupción la medimos en millones, como si los centavos no contaran. Acá un pequeño test:

De pequeño, sus papás:

Cuando niño…

Que hagamos una votación para que no nos sigan robando, es algo insólito,  pero que perdamos, es peor.

Es de los que crítica el mal servicio de Transmilenio, pero,

Si es conductor…

Usted es de los que cree

Si le gusta la política

Resultados

Salta a la vista entonces, que nuestra situación no se soluciona con consultas o decretos. Tal vez el único remedio es que cada uno de nosotros nos miremos a la cara y hagamos una revolución desde las pequeñas cosas.