Afuera está lloviendo. Y adentro también. Hay veces que la vida te exige hacer un pare, un alto en el camino, mirar atrás, que es una forma de no irse. No se sabe si es una manera de madurar o simplemente es estar en el fondo y quedarse a relamer los bordes.
Son de esos momentos en los que te das cuenta, porque la vida así lo dicta, que todas aquellas cosas en las que creíste, todas esa cosas que defendiste a lo largo de la existencia, todas esas cosas que opinaste sobre lo divino y lo humano, todas esos dogmas que profesaste y a los cuales te aferraste, ya no son, tal vez nunca fueron o por lo menos, hoy están en duda.
Me gusta luchar contra la corriente y esa ha sido mi salvación. O mi desgracia…
Luchar contra la corriente es una forma de estar vivo, pero también de joderse la existencia porque la vida no es como dicen los libros de autoayuda y el amor no funciona lo mismo que en las frases. Las canciones están bien, Galeano y Benedetti, nos invitan a pensar, Sabines y Cortázar, nos empujan a soñar, pero tal vez, el que tiene la razón es Bukowsky: “No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte. No hacen honor a sus vidas, les mean encima. Las cagan. Estúpidos gilipollas. Se concentran demasiado en follar, ir al cine, el dinero, la familia, follar. Sus mentes están llenas de algodón. Se tragan a Dios sin pensar, se tragan la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar, dejan que otros piensen por ellos. Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feo, caminan feo. Ponles la gran música de los siglos y no la oyen. La muerte de la mayoría de la gente es una farsa. No queda nada que pueda morir”.
¿Habremos estado equivocados toda la vida, o tal vez los los desatinados son los otros por no darse cuenta que se puede hacer las cosas sin pisotear a los demás, que todos somos iguales, es decir distintos, que un día de más siempre será un día de menos, que Dios todo lo puede pero hay que hacer la fila, que generalmente la desdicha viene de no haber desdicho y que todos tenemos nuestra propia opinión pero que el problema está en creer que es la única?
Hay veces en la vida que uno no sabe si estuvo equivocado o los desatinados son los otros.
Puede ser ese toque de malparidez con el que a veces nos levantamos, o la tristeza o el empute, pero la realidad es que un pesimista no es más que un optimista con buenos datos. Es un tipo que entiende que el gris también es un color, que la resignación es deducir que la vida no le alcanza para cumplir un sueño y la fe, es creer que hay otra vida para hacerlo.
Sin embargo, tirar la toalla no es una opción porque siempre hay que pararse a levantarla y a veces es preferible perder el pelo que perder las convicciones que es la forma bonita de decir lo que los otros llaman terquedad.
Afuera está lloviendo, pero adentro ya escampó, o por lo menos, las goteras ya no están.
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