En el trabajo, en el amor o en la vida misma, estar en el mercado del usado no representa ningún drama. Por el contrario, cada día somos más. La clave del mercado del usado es asumirse como tal, por más engallado que  se encuentre. Querer pasar como nuevo, no sólo es un error, sino un pasaje al despeñadero.

La clave del mercado del usado es asumirse como tal, por más engallado que uno se encuentre.

El usado que se asume como tal, tiene muchas ventajas. Está probado. Lo malo, en la mayoría de los casos ha sido reparado, tiene experiencia, sabe cositas, no quiere impresionar a nadie, no es llorón, sabe aguantar, ya ha sido golpeado y lo ha superado, no espera más de lo que debe esperar, es reflexivo, no pretende saber más de lo que sabe, tiene los pies puestos sobre la tierra, pero sabe desplegar sus alas, bien para volar o bien para largarse.

Los usados realistas son ingenuos, pero no tontos, es decir que se acercan con total desaprensión, pero tampoco se dejan meter los dedos a la boca. Saben decir, saben hacer y sobre todo, saben escuchar. Enseñan y le sacan partido a su experiencia. No gastan energía en lo que no lo vale y sin embargo en lo que creen que sí, son capaces de dar hasta la vida. Se apasionan, pero son selectivos y quieren construir un mundo a imagen y semejanza de sus sueños.

El usado está probado. Tiene experiencia, ha sido reparado y está lleno de cicatrices.

Prefieren el humor al chiste, el amor al sexo, la amistad que la algarabía, la sabiduría que el conocimiento, la resistencia que la velocidad, la alegría que la histeria, la seguridad que la policía, el abismo que el vacío, la verdad que las disculpas, la solidaridad que la lástima, la justicia que la ley, los tratos que los negocios, la espiritualidad que la religión, la nutrición que la llenura, la comodidad que la moda, los perdones que los permisos, los sentimientos que las ceremonias, los adioses que los sufrimientos por quedarse.

El mundo es redondo, por lo que lo único que hay que hacer es tomar un paso firme y seguro. Las buenas oportunidades pasan menos, pero suelen ser las que deben ser…

 

Prólogo del libro «Hazme reír»

 

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