Somos expertos de un día. Para cada situación tenemos un compendio, una teoría, una solución ideal, una filosofía profunda, un argumento que nadie más es capaz de ver. Y eso, que podría ser el principio de la solución a todos nuestros problemas, en Colombia no funciona porque acá una cosa tapa la otra, como en una tumba.
Los hechos nos atropellan, la realidad supera nuestras ficciones, que no son más que versiones parciales de una verdad que nadie sabe y que además, nadie está interesado en conocer.
Somos expertos de un día. Para cada situación, tenemos una solución ideal
En un país donde el gobierno no gobierna, la policía no cuida, la oposición no se opone, la economía no funciona, el periodismo no investiga, la diplomacia no tiende puentes, la movilidad no se mueve y en general, nadie acepta nada, la ciudadanía no tiene más opciones que refugiarse en la palabra, en la opinión, que como un vasito de agua a nadie se le niega, pero que tampoco ayuda mucho.
Todo lo solucionamos con la parla, con la labia, con la elocuencia y con la locuacidad, que a la larga no conduce a nada porque las palabras, como las tejas de las casas de los pobres, se las lleva el viento. Aunque muchas cosas nos indignan todo lo convertimos en meme, en tuit, en blog, en ley, en charlita de café, sin más argumentos que el capricho o el chisme, y esa tal vez sea la razón por la que que cuando intentamos hacer algo, lo hacemos de una manera desproporcionada, donde siempre termina pagando el que no debe.
La ciudadanía no tiene más opción que refugiarse en las palabras
Sin embargo, no decir nada tampoco es una opción. Callarnos lo único que nos garantiza es una ‘malparidez’ a toda prueba. Y una gastritis.
Debemos entender que no hay palabras vacías, sino gente que no entiende, pues todo habla para quien sabe escuchar. Por eso tal vez la solución sea decir lo que se debe y hacer lo que nos toca. Que el Gobierno gobierne, que la policía cuide, que la oposición se oponga, que la economía funcione, que el periodismo investigue, que la diplomacia tienda puentes, que la movilidad se mueva, y en general, que todos aceptemos la parte de la culpa que nos toca.
Como dice Carlos Varela: “una palabra no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo. Igual que el viento que esconde el agua, como las flores que esconde el lodo”.
Decir, pero también hacer, sin que nos cueste la vida…
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